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Luis Hernández, en una pugna con Javi López. Salvador Salas
Apocalipsis en La Rosaleda

Apocalipsis en La Rosaleda

Hartazgo absoluto de la afición con un equipo y un club en el que nada cambia

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Martes, 9 de enero 2018, 00:28

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Tenía que ser Sergi Darder el que incendiara Martiricos. Encendió la pira en el minuto 6. Un exmalaguista, de igual modo que Charles en la primera jornada con el Eibar (o Alcalá en Gerona). Caprichoso destino. A día de hoy el equipo blanquiazul es un proyecto en descomposición. Le salen desconchones hasta en las columnas que sustentan el estadio. La afición, que ya ni acude en masa a La Rosaleda se hartó de entonar los clásicos ‘¡Míchel, vete ya!’ y ‘Al-Thani, vete ya’, esos cánticos que al término del partido silencia la estruendosa megafonía del estadio.

A cinco puntos de la zona de permanencia

La tercera derrota seguida del Málaga (Betis, Alavés y, ayer, Espanyol) coloca ya al equipo a cinco puntos de la zona de permanencia, una distancia preocupante a una sola jornada de acabar la primera vuelta del campeonato. El cuadro de La Rosaleda no es colista porque está igualado a puntos con Las Palmas, con peor diferencia de goles como bagaje. El cuadro de Martiricos dilapidó anoche una excelente oportunidad de haberse situado a sólo dos puntos de la frontera del descenso.

El hastío erosiona gravemente el ánimo de una afición que no entiende la inacción de la entidad. Es un caso de sesudos estudios en el fútbol de nuestros días que un entrenador se haya comido el turrón con solamente once puntos en diecisiete jornadas (ahora ya dieciocho), porque la cuerda suele romperse siempre por el mismo punto. O que el Málaga ayer no crease una clara ocasión de peligro en noventa minutos de partido. Todo lo más, aquella acción elaborada del primer tiempo, con centro de Keko y remate fallido de Chory Castro al cuerpo de un defensor.

Ni uno de dos socios

Resulta digno de tesis económicas cómo se ha descapitalizado el Málaga desde su brillante periplo en la Champions League (2012-2013). Una desastrosa gestión. Bien que se ha cansado de ello su afición. Ni uno de dos de sus socios tomaron ayer la decisión de acudir a La Rosaleda (12.149 aficionados para más de 26.000 abonados), entre la noche fría de jornada laborable, la mala marcha del equipo y la transmisión del choque en un canal en abierto.

Tuvo que ser Darder el verdugo de un equipo que apenas generó una ocasión de peligro

¿Que el Espanyol no ganaba fuera? Pues parecía señalado que el escenario donde estrenarse iba a ser en Málaga, donde no ha perdido en sus seis últimas visitas. Y con gol de Sergi Darder, que salió en agosto de 2015 en una operación muy mal comunicada y que de paso hizo un gesto cara a la galería de pedir perdón en el momento de su consecución.

«Es una situación casi catastrófica», sentenció ayer Míchel en la sala de prensa Juan Cortés minutos después. Muy tranquilo en apariencia, suavizó el panorama. No dimite ni lo destituyen. El ambiente es apocalíptico en el feudo de La Rosaleda. Las chispas saltan desde cualquier rincón, al filo del estallido.

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