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Miércoles, 21 de febrero 2018, 00:58
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Es difícil precisar cuánto perderá exactamente Málaga y su provincia en el caso de que el cuadro de Martiricos bajara al final de temporada. Hay algunos estudios que analizaron años atrás el impacto económico que supone para una ciudad disponer de un equipo en la élite del fútbol español. Estas cifras se elevarían de una forma muy considerable en el caso de disputar las competiciones europeas, como hizo ya el conjunto blanquiazul con su brillante participación en la Champions de años atrás. De ahí que el descenso no sería sólo del equipo de fútbol y de sus numerosos aficionados, sino de Málaga entera.
El estudio más preciso y con una referencia directa para el club de Martiricos fue presentado hace algunos años, y en él intervino José Antonio Cachaza, un anterior responsable de ‘marketing’ del Málaga y ahora ‘country manager’ de LaLiga en India, por lo que las cantidades seguramente son ahora todavía más importantes, ya que no contempla la última expansión internacional del fútbol español y la mayor penetración televisiva, que aumentará todavía más en los próximos años, con un incremento de los ingresos que puede llegar hasta al 40 por ciento para los clubes de la máxima categoría.
Las pérdidas directas ya se conocen o se pueden prever, ya que son las relativas a los menores ingresos directamente. Pese a que el Málaga dispondría de una ayuda por el descenso, al menos, en su primera temporada, si bajara, las partidas de televisión para las siguientes campañas en Segunda descenderían a poco más de diez millones, mientras que la entidad de Martiricos ha percibido hasta 56 en el ejercicio anterior, algo que se mantendría, aproximadamente, si consiguiera salvarse al final. La reducción también afectaría al capítulo de los abonos, la publicidad y el ‘marketing’. Todos los departamentos quedarían diezmados en cuanto a sus posibilidades económicas. En total, alrededor de unos 50 millones de merma.
Esta ausencia de ingresos la sufriría no sólo en el club, ya que este dinero fluye también en la ciudad y la provincia de una forma directa, aunque la mayor partida sería siempre para Hacienda, que ingresa cerca de la mitad del dinero que perciben los futbolistas. Si bien la cuantía más destacada de la pérdida hace referencia al impacto indirecto, el que no se percibe en el instante, el valor mediático y propagandístico de un equipo de la élite, algo que se fraguando a medio y largo plazo. Después de diez años brillantes, un descenso, de esta forma, se notaría de una forma muy importante, sobre todo en una zona tan turística como la malagueña.
En este caso, las estimaciones son muy altas, especialmente trascendentes. Un estudio de hace algo más de cuatro años aseguraba que el Málaga tenía un impacto indirecto sobre la economía de unos 130 millones, siendo 95 de ellos correspondientes a España y de 25 al exterior. LaLiga, por su parte, actualmente, sin precisar equipo alguno, estima que esta cifra puede acercarse ya a los 150 millones para un club de la zona media como el malaguista, sobre todo en ciertas zonas, como la Costa del Sol, que centra su economía en la industria turística.
De ahí que la repercusión para la ciudad y la provincia esté por encima de lo que se pueda pensar, ya que el impacto negativo es difícil de percibir para los aficionados y los propios ciudadanos, pero es relativamente fácil de cuantificar si se analiza la publicidad y los ingresos colaterales que acarrea un equipo de Primera en España, cuyo campeonato brilla cada vez más en el resto del mundo. La pérdida por un descenso afectaría, de esta manera, a la marca Málaga de una forma directísima, ya que el equipo lleva el nombre de la ciudad y la provincia, lo que confirma que estas pérdidas provocadas por un hipotético descenso trascienden el ámbito deportivo.
El equipo blanquiazul ocupa la última plaza de la clasificación en este momento, aunque quedan todavía catorce partidos para que pueda recortar los siete puntos de desventaja. Las dificultades ahora son máximas, pero la entidad todavía no arroja la toalla y aspira a que se revierta la situación. El perjuicio económico, de esta forma, seguirá estando en el aire.
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