Malaga CF

Las peculiaridades de las visitas del Málaga a Anoeta

  • El comienzo de la remontada, el rayo y la mala tarde de Lugano

En los últimos años la visita del Málaga a San Sebastián ha tenido connotaciones peculiares. De hecho, en menos de dos años pasó de afrontar una cita decisiva para la permanencia a acudir más pendiente de la cita tres días después en Dortmund. En la primera temporada con Manuel Pellegrini el equipo se jugaba la vida en Anoeta. La salvación parecía casi un milagro, y la implicación de la plantilla provocó que los jugadores solicitaran al club viajar todos, incluidos los lesionados. Y allí comenzó una remontada casi milagrosa que incluyó cinco victorias consecutivas (la mejor racha de la historia blanquiazul en Primera) para certificar con antelación –no muy lejos, en San Mamés– la continuidad en la élite.

Dos años más tarde el Málaga vivió un viaje aciago a la capital guipuzcoano. La preocupación de Manuel Pellegrini era más que evidente en la víspera, porque sabía que su padre estaba en las últimas horas de vida. Horas después se produjo su fallecimiento. Además, en la ida el avión no pudo tomar tierra en Guipúzcoa debido a la intensa lluvia y a la caída de dos rayos (uno en el descenso y otro tras abortar el aterrizaje) y tuvo que hacerlo en Vizcaya. Para el recuerdo queda la imagen de Joaquín besando el suelo nada más llegar. «Mìster, yo me voy en autobús a Dortmund con los ‘pichitas’ (los utileros)». Al día siguiente, en Anoeta, se despejaron las dudas sobre el sustituto de Weligton, sancionado, en el partido decisivo de la Champions. La mala actuación del uruguayo Lugano desembocó en que el elegido para acompañar a Demichelis en la vuelta de los cuartos de final fuera Sergio Sánchez.