Malaga CF

Muere Federico Brinkmann, el presidente que apostó por Viberti como entrenador

Brinkmann, en su día más feliz como presidente del Málaga, en la triunfal vuelta de honor en La Rosaleda tras la consecución del noveno ascenso a Primera, el 17 de junio de 1979.
Brinkmann, en su día más feliz como presidente del Málaga, en la triunfal vuelta de honor en La Rosaleda tras la consecución del noveno ascenso a Primera, el 17 de junio de 1979. / Salvador Salas
  • Dio el paso al frente cuando nadie quería hacerse cargo del club y luego capeó una de las épocas más complicadas, con embargos y amenazas de subasta del estadio

Llevaba varios años recluido en casa, enfermo también de no poder pisar La Rosaleda, y sacó fuerzas de flaqueza en abril de 2011 (gracias al pequeño de sus cinco hijos, Álvaro) para no faltar a la celebración del 70.º aniversario de la inauguración del estadio. Aquel día Federico Brinkmann disfrutó casi tanto como el 17 de junio de 1979, cuando junto a los jugadores dio una vuelta triunfal en el césped tras el noveno ascenso a Primera. El presidente que apostó por Sebastián Humberto Viberti como entrenador falleció en la mañana de ayer a los 83 años.

Fue un malaguista de pro. Y_lo demostró con creces cuando en abril de 1977 decidió dar el paso al frente en un momento crítico para el Málaga, con un sinfín de problemas económicos, cuando muchos miraban hacia otro lado. Además, como presidente número 13. Federico Brinkmann ya sabía que iba a ser una etapa de constantes dificultades, pero le importó poco. Durante cuatro años y dos meses vivió más sinsabores que alegrías, porque tuvo que sufrir embargos y hasta amenazas de subasta de La Rosaleda, por no hablar de dos cierres del estadio por incidentes del público, el ‘affaire’ de la no presentación en Algeciras para el partido con el Almería o el escándalo de la supuesta venta del partido con el Salamanca. Casi nada.  Pero todo quedó compensado con el ascenso frente al Coruña en el ecuador de su mandato. Fueron muchos meses de sufrimiento en los que nunca dio su brazo a torcer y, sobre todo, nunca desfalleció.

Legado

Brinkmann dejó como legado, más importante incluso que los éxitos deportivos, el traslado de las oficinas del club a La Rosaleda. Eso sí, evidentemente la apuesta por Viberti como entrenador –a pesar de las mil y una trabas que iba a ponerle, y de hecho puso, el Colegio de Entrenadores– fue una jugada maestra que reactivó al malaguismo. Y ni siquiera el descenso un año después, tras una de las campañas más convulsas, hizo que tirara la toalla. Al contrario. Entendió que era el momento de apostar por la cantera y repescó a Abdallah ben Barek para que comenzara un proyecto que dejó encarrilado en julio de 1981, cuando lo relevó Antonio Pérez-Gascón. Cinco meses después la asamblea de socios acordó concederle el escudo de oro y brillantes de la entidad. En enero de 1985 se le intentó convencer para que retornara al cargo, pero él lo descartó. Su etapa ya había pasado. Probablemente sin su liderazgo, secundado por Pérez-Gascón, el club no habría sobrevivido. Cuando nadie quiso, él le echó arrestos y demostró su indudable malaguismo.

Los restos mortales de Federico Brinkmann se encuentran en la sala 18 del cementerio de San Gabriel, donde mañana se oficiará la misa funeral a las doce del mediodía.