Malaga CF

La revancha de 1973

Una alineación de aquella época, con Deusto, Irles, Martínez, Monreal, Viberti, Macías, Álvarez, Migueli, Bustillo, Vilanova y Galindo.
Una alineación de aquella época, con Deusto, Irles, Martínez, Monreal, Viberti, Macías, Álvarez, Migueli, Bustillo, Vilanova y Galindo. / SUR
  • El Athletic vuelve a cruzarse en el camino del Málaga, que se quedó a las puertas de la final de Copa al caer frente al siempre conocido como ‘rey de Copas’

  • En el ecuador del ‘quinquenio de oro’, solo la falta de gol privó al equipo de Marcel Domingo de una gesta en su primera y única semifinal

Otra vez el Athletic. Después de muchísimos años el Málaga contaba con un cuadro en la Copa del Rey teóricamente favorable, sin los dos ‘grandes’ en su camino, y de nuevo se cruza en su trayectoria el conjunto bilbaíno. Por eso, la eliminatoria de cuartos de final supondrá para el conjunto blanquiazul la revancha de 1973. Cuatro décadas y dos años más tarde se le presenta la oportunidad de desquitarse de aquella decepción vivida cuando Viberti, Migueli y compañía se quedaron a las puertas de la final.

Hasta hace muy pocos años al Athletic se le conocía por el apelativo de ‘rey de Copas’. No existe en el fútbol español otro conjunto que por antonomasia haya sido especialista en este torneo. Ni siquiera el Barcelona, pese a que lo supera en títulos. Al término de la temporada 1972-73 el Málaga logró una gesta, alcanzar las semifinales, pero el tremendo poderío ofensivo del conjunto vasco, dirigido por un futuro técnico blanquiazul (Milorad Pavic), pesó en demasía en los dos encuentros.

Benítez, historia viva del Málaga (fue jugador y entrenador y ahora es consejero), rememora la semifinal copera de 1973 ante el Athletic.

Benítez, historia viva del Málaga (fue jugador y entrenador y ahora es consejero), rememora la semifinal copera de 1973 ante el Athletic. / SUR

El Málaga ya se había quedado en cuatro ocasiones a las puertas de las semifinales. El Barcelona (en 1952), el Granada (en 1969) y el Valencia (en dos ocasiones, en 1963 y 1971) se la habían cerrado de golpe. En cualquier caso, esa etapa de finales de los 60 y comienzos de los 70 fue la más productiva del equipo en el llamado ‘torneo del K. O’. Fue cuartofinalista en 1969, repitió dos años más tarde, y en 1973 llegó a las semifinales.

También es cierto que en 1973 aquel equipo que había afrontado el tercer año de lo que se llamó ‘quinquenio de oro’ (cinco temporadas consecutivas en Primera) había firmado una trayectoria casi impoluta en la Copa. De hecho, no conocía la derrota. Antes de afrontar las semifinales frente al Atlético de Bilbao (que es como se le llamaba entonces), era el mejor equipo en la edición del torneo (cinco victorias, un empate y sin haber encajado un solo gol). De los cuatro semifinalistas, solo uno, el Castellón, había perdido algún partido. Más igualdad, imposible. Pero el conjunto entrenado por Marcel Domingo era el único que había ganado los dos compromisos de cuartos de final, frente al Coruña (entonces no se le llamaba Deportivo).

Comienzo

La trayectoria del Málaga en la Copa arrancó en febrero frente a Las Palmas. Como en las dos eliminatorias siguientes, el equipo blanquiazul la dejó sentenciada en la ida. Venció el día 7 en feudo grancanario por 0-2 con goles de Álvarez y Bustillo. Tres semanas más tarde volvió a ganar, esta vez por 1-0, con tanto de nuevo del primero de ellos, para muchos el mejor extremo derecho de la historia. Por aquellas fechas la permanencia en Primera ya estaba casi asegurada con 28 puntos y un quinto puesto a falta de una docena de jornadas. No era un equipo con excesivo gol –sin ir más lejos, su ‘pichichi’ fue Roldán, con solo nueve dianas–, pero apretaba mucho en defensa, como lo prueba el dato de que en la Liga solo encajó 29 goles. Aquella temporada, por ejemplo, se produjo otro hito: la convocatoria por parte del seleccionador nacional, Ladislao Kubala, de hasta cuatro jugadores (Deusto, Irles, Macías y Vilanova).

La extraordinaria trayectoria del Málaga en la Copa aquella temporada sorprendió hasta cierto punto porque las eliminatorias de octavos, cuartos y semifinales se disputaron después de una final de Liga un tanto complicado. De un lado, porque el equipo sufrió en La Coruña un desastroso arbitraje del canario Santana Páez (un gol anulado a raíz de las protestas de los jugadores locales y expulsiones de Búa y Vilanova) que conllevaron la sanción del colegiado por parte del Comité de Competición (sí, sí, el comité era el que castigaba a los árbitros) durante un mes. Aquel partido tuvo un efecto anímico demoledor y el Málaga no ganó uno solo de los cinco últimos partidos y pasó de quinto a décimo. Por otra parte, y con una enorme relevancia, el malaguismo andaba enfrascado en el momento álgido de la guerra entre el entrenador (Marcel Domingo) y el ídolo (Viberti). Aunque en una reunión a tres bandas con el presidente se buscó un acercamiento, con el paso de los meses quedó demostrado que la decisión de no traspasar al argentino y mantenerlo en su último año de traspaso no cerró el conflicto, sino que lo agravó.

Con todos esos condicionantes adversos, el Málaga se midió en octavos de la Copa al Celta, al que no dio opción en la ida, con un 2-0 en La Rosaleda y tantos de Bustillo y Viberti. Era el 27 de mayo. Seis días más tarde, el 0-0 a domicilio permitió avanzar hasta cuartos. En la penúltima eliminatoria al equipo de Marcel se le presentó la oportunidad de desquitarse de aquel vergonzoso robo liguero en La Coruña y en apenas tres días (el 10 y el 13 de junio) y le dio un soberano repaso a su rival. En los dos envites se impuso por 2-0, primero a domicilio (con goles de Álvarez y Bustillo) y después en La Rosaleda (tantos de Vilanova, de penalti, y Galindo).

En directo por TVE

Por primera vez el Málaga llegaba a las semifinales. El enfrentamiento entre el Bilbao y el Málaga era sin duda más interesante que el Castellón-Gijón (otro, este último, al que se le conocía por el nombre de la ciudad), así que el choque de ida, en San Mamés, fue transmitido en directo por Televisión Española aquel 17 de junio de 1973 a las ocho de la tarde. Revisando la hemeroteca de SUR llama la atención el contraste en las declaraciones del primer técnico malaguista, Marcel Domingo –«llegar a la semifinal ha sido un milagro»–, y de su mano derecha, Antonio Carmona Ros. «El Málaga será un hueso», recalcó el segundo entrenador dos días antes del primer envite, después de haber seguido en directo el partido Bilbao-Sevilla. En la capital vizcaína se respetaba mucho al conjunto blanquiazul. ‘El Correo Español-El Pueblo Vasco’ titulaba la previa: «El imbatido Málaga será el más difícil rival para un Athletic que ‘huele’ ya la final». Sí lo tenía mucho más claro el entrenador rojiblanco, Pavic, que sentenció: «El Bilbao es mejor; tiene más equipo».

En el partido de ida el Málaga no salió muy malparado si se tiene en cuenta que encajó dos goles casi seguidos tras el descanso, uno de Chechu Rojo (Rojo I) en el minuto 47 y otro en propia meta de Macías en el 55. Pero el equipo blanquiazul volvió a exhibir aquella personalidad con la que superaba cualquier carencia y dejó todo abierto para la vuelta gracias a un tanto de Migueli en el minuto 73. El 2-1 disparó la ilusión del malaguismo.

Página de la sección de Deportes de SUR del día 24 de junio de 1973.

Página de la sección de Deportes de SUR del día 24 de junio de 1973. / SUR

La Rosaleda se llenó seis días más tarde, el sábado 23 de junio. Ahora que se critica tanto a la Liga de Fútbol Profesional por fijar partidos en verano a las once de la noche para mitigar el calor, conviene recordar que aquel encuentro se disputó a las diez y media. En los prolegómenos se vivió un momento emotivo: por la megafonía sonó el nuevo himno, ese ‘Málaga la Bombonera’ que perdura hasta nuestros días. El equipo local formó con Deusto; Montero, Macías, Benítez; Martínez, Viberti; Álvarez, Migueli, Bustillo, Vilanova y Búa. En el Atlético de Bilbao, Iríbar; Sáez, Larrauri, Zubiaga; Guisasola, Rojo II, Lasa, Villar, Arieta, Uriarte y Rojo I.

El Málaga tuvo sus opciones en la primera parte, especialmente en acciones de Viberti (que remató desviado tras un pase en largo de Benítez) y de Álvarez (que obligó a Iríbar a exhibir sus reflejos), pero el desenlace estuvo en consonancia con lo vivido durante la temporada. El equipo local estaba muy limitado cara al gol mientras que el Bilbao se mostraba tremendamente eficaz en esta faceta. «Lo que más me impresionó del rival fue su resolución ante el gol», había advertido Carmona Ros antes de que arrancara la eliminatoria. De hecho, tras el descanso (en el minuto 69), Vilanova tuvo una ocasión inmejorable a centro de Montero, cómo no, desde la derecha, pero no acertó. Apenas un cuarto de hora más tarde Lasa sí acertó en el rechace de Deusto tras una aparición desde atrás de Guisasola. «Adiós, final», titulaba SUR en su crónica al día siguiente.

Ahora, cuarenta y dos años después, al Málaga se le presenta la revancha. No será en semifinales, sino en cuartos, pero no cabe duda de que supondría un espaldarazo anímico para afrontar la siguiente ronda. Esta vez la ida será en casa, no a domicilio, y el Athletic está por debajo en la clasificación y no es el coco de antaño. Pero sí mantiene ese sello de equipo copero que le permitió en 1973 proclamarse campeón tras la victoria en el Manzanares por 2-0 ante el Castellón y también ser hasta hace poco ‘rey de Copas’. Sus 23 títulos (a tres del Barcelona y cuatro por encima del Real Madrid) infunden respeto.