Malaga CF

Amrabat prefiere jugar en la banda

Amrabat, en una arrancada el domingo por la banda
Amrabat, en una arrancada el domingo por la banda / Agencia Lof
  • Su última media hora en Vallecas confirma que por fuera es más desequilibrante que en punta

  • Gracia siempre ha antepuesto que el internacional marroquí no aporta en el aspecto defensivo lo que él requiere de un extremo

Que Amrabat es el jugador más desequilibrante del Málaga es una obviedad. Quizá no tanto para algún estrecho colaborador de Javi Gracia, pero sí para la mayoría de los aficionados y, sobre todo, rivales. El internacional marroquí no es un buen finalizador, falla en exceso en el último pase y no siempre elige la mejor opción en el momento culminante, pero su capacidad para superar en la pelea a uno y, a veces, dos rivales ha sido vital para el conjunto blanquiazul desde que llegó a mediados de la campaña con Schuster. En Vallecas volvió a quedar de manifiesto. Él solo desquició a los defensas rayistas en la última media hora. Y lo hizo donde se siente más cómodo, en la banda.

No es una cuestión objetiva. Ahí están los datos de la trayectoria de Amrabat. Es más, en el vestuario no son pocos los que piensan que el internacional marroquí debe jugar escorado en uno de los flancos. Da igual que arranque desde la izquierda, donde era habitual con Schuster, o que lo haga en la derecha, como ocurrió el domingo en la cita matinal en Vallecas. Por fuera no encuentra un bosque de piernas y un puñado de rivales. Debe vérselas casi siempre con el lateral de turno y en el ‘cuerpeo’ (como se dice ahora) saca enorme partido de su capacidad para chocar, para derribar al contrario con una carga legal, y plantarse solo en el área contraria.

Esta temporada, sin ir más lejos, Amrabat solo jugó en la banda en la primera jornada de Liga, en casa contra el Sevilla. Lo hizo en la izquierda con Cop y Charles en punta –como en la fase final en Vallecas– hasta que en el minuto 66 Gracia cambió las piezas al sustituir al croata. Catorce jornadas después, tras un sinfín de combinaciones (justificadas por la necesidad de encontrar el camino del gol), el entrenador malaguista se decidió a repetir aquella experiencia en la última media hora en campo rayista. El mensaje a los jugadores no pudo estar más impregnado de ambición: un ariete (Charles) por un medio centro (Filipenko). Pero también tuvo una influencia decisiva que sus compañeros vieran a Amrabat en el flanco derecho.

Efecto contagio

En la recta final en Vallecas el internacional marroquí se sintió tan a gusto en la posición en la que está más cómodo que se echó el equipo a la espalda. Pidió constantemente la pelota, intervino en casi todas las jugadas y, lo más importante, sacó partido de todas ellas. Los rivales no pudieron frenarlo y esa superioridad en la pelea individual contagió a sus compañeros, que se animaron a ir a degüello por el Rayo. Quedó en el olvido la incapacidad para crear juego durante la primera hora, fruto sin duda de la falta de un jugador ‘entre líneas’. Cop trabajó bien, pero la mayoría de las veces con caídas a las bandas, y Amrabat se limitaba a esperar un balón para encarar en la frontal a un solo rival (algo muy difícil) o sorprender a la espalda de la defensa (y eso lo llevó a incurrir en varios fueras de juego).

Gracia siempre ha preferido situar al ‘11’ por dentro. Él exige a los extremos una cierta capacidad de trabajo y sacrificio –para ello toma como referentes a los Samus– y en este año y medio al frente del Málaga ha antepuesto que a Amrabat le cuesta volver, ayudar en defensa, contribuir a que las líneas estén juntas, seguir al lateral rival. La actuación en Vallecas del jugador nacido en Holanda lo obliga ahora a valorar de nuevo si pesa más que su aportación se dispara por fuera, donde el medio punta es casi imparable en el cuerpo a cuerpo y se siente feliz a campo abierto, o que el equipo no pierda un ápice de solidez, lo que puede conseguir con otros futbolistas de banda. Desde luego, nadie puede discutir a estas alturas que Amrabat se siente más cómodo en la banda.