Malaga CF

La margarita de Santa Cruz

Santa Cruz, con la Catedral al fondo el día de su presentación
Santa Cruz, con la Catedral al fondo el día de su presentación / Francis Silva
  • El paraguayo quiere seguir una temporada más en activo y le gustaría hacerlo en el Málaga, aunque asume que es difícil por su elevada ficha y por las lesiones que ha sufrido

José Luis Gilabert, preparador físico en la etapa de Joaquín Peiró, dejó una frase para la posteridad: «Cuando Dely habla, hay que ponerse en pie». La admiración que sentían todos en el vestuario malaguista por el panameño (ahora a la espera de que tras un curso en Madrid le validen el título para entrenar en Europa) era tal que en la despedida de la plantilla él fue el único al que no le entregaron un recuerdo de un ‘todo a cien’, sino una preciosa carabela. El testigo de veterano ejemplar, compañero insuperable y profesional intachable lo recogió después Van Nistelrooy y más tarde Santa Cruz. Ha dado tanto al Málaga –dentro del vestuario, mucho más de lo que se puede imaginar– que internamente, en el club, se hace muy difícil valorar su continuidad. Es un caso aparte y por esa razón conviene hablar con cautela y respeto sobre lo que pueda acontecer sobre su futuro en La Rosaleda. Aun así, a día de hoy está más fuera que dentro.

Poco ha trascendido hasta el momento de las intenciones del Málaga respecto a Santa Cruz, aunque personas cercanas al paraguayo reconocen que este ya ha tenido un intercambio de impresiones con el director deportivo, Francesc Arnau. De aquella cita no salió ninguna conclusión clara, aunque el delantero parece tener asumido que continuar como blanquiazul es una opción a día de hoy muy complicada.

Lo profesional y lo personal

De entrada Santa Cruz tiene que deshojar la margarita. Y no parece fácil. De un lado, dar prioridad a su deseo profesional, que no es otro que continuar en activo, y por otro, valorar la situación personal, el deseo de él, de su mujer y de sus hijos de instalarse cuanto antes de forma definitiva en su residencia en Marbella. No es una decisión fácil, aunque de momento se decanta por lo primero. Él quiere seguir jugando porque se siente perfectamente válido para seguir compitiendo al máximo nivel.

Santa Cruz es un tipo muy familiar, de ahí que sea consciente de que continuar en el Málaga le permitiría cumplir los dos objetivos. Pero también tiene asumido que el club hizo un esfuerzo importante por él y que a la hora de la verdad las lesiones lo han perjudicado considerablemente. Primero tardó más de la cuenta en reintegrarse al grupo y estar a disposición de Javi Gracia debido a que la lesión sufrida en la Copa América tuvo una gravedad que en principio no se esperaba. Ydespués, durante la temporada, tampoco ha llegado a estar en ese tono que le permitiera competir por la titularidad con Cop y Charles; es más, siempre se le ha visto con poca chispa. Si a ello se suma que el Málaga no podría asumir ni de lejos su elevada ficha en el Cruz Azul –porque no parece que el club mexicano esté dispuesto otra vez a cederlo para seguir pagando un porcentaje alto de los emolumentos–, las dificultades se disparan.

Luego además está el proyecto del Málaga y tampoco Santa Cruz tiene claro que vaya a tener un hueco en la plantilla a la vista de lo que le llega sobre las intenciones del club. En la entidad de Martiricos quieren tener una postura tremendamente respetuosa con él, mientras que el paraguayo desea no ser un estorbo o un lastre (independientemente de que en un futuro las puertas pueden estar abiertas para él). Ahora toca analizar las ofertas que lleguen y dar el paso, pero el delantero tampoco es partidario de aventuras o experimentos. La familia también pesa mucho y ya lo pudo comprobar el año pasado. Toca deshojar la margarita.