Malaga CF

Juande, sin sistema definido

Juande y Duda (único superviviente actual de aquella plantilla), en la 2003-2004.
Juande y Duda (único superviviente actual de aquella plantilla), en la 2003-2004. / Ñito Salas
  • El técnico malaguista ha adaptado durante su carrera el dibujo táctico al perfil de la plantilla

  • Frente a un Gracia que mantuvo siempre a dos puntas, el manchego alternará un delantero o dos y un ‘pivote’ o un ‘rombo’ en la medular

¿Hasta qué punto son diferentes Juande Ramos y Javi Gracia? ¿Cambiará mucho su estilo de juego el nuevo Málaga? ¿Será más ofensivo con el técnico manchego? Juande, que ha edificado una sólida carrera de entrenador durante más de un cuarto de siglo, empezó desde las catacumbas del fútbol (el Elche juvenil o equipos de Tercera) hasta llegar al más alto nivel (Real Madrid) y asentarse preferentemente en clubes de zona media alta (CSKA Moscú, Tottenham, Dnipro, Sevilla o un Málaga con aspiraciones), pero para ello ha sabido reciclarse en todo momento para saber adaptar su libro de estilo y la forma de juego a las características de la plantilla en cuestión.

Juande fue claro cuando le abordaron al respecto en la rueda de prensa de presentación, la segunda de este tipo en La Rosaleda. Trece años después, por si algunos periodistas presentes no vivieron esa primera época, incidió en que el Málaga jugará de un modo u otro en función de cómo quede perfilada la plantilla al final, y recordó: «Con la materia prima que nos den hay que sacarle mucho rendimiento. En mi otra etapa aquí, Salva (autor de 19 goles en la Liga) y Diego Alonso (seis) solo requerían que le pusieran balones en el área para rematarlos. Hasta que no conozca el perfil y los jugadores que voy a tener no puedo decir el estilo».

En efecto, si Gracia siempre fue fiel al 4-4-2 en Osasuna y el Málaga en sus tres últimas campañas en Primera, al que solo renunció muy excepcionalmente en algún compromiso ante un ‘grande’, se verá a un Juande Ramos mucho más flexible. Ya no solo por su querencia a dar más protagonismo al juego por las bandas, con futbolistas más rápidos y especialistas de ataque en esos puestos, sino que podrá alternar durante la temporada planteamientos con un solo delantero de referencia o con dos, choques con dos ‘pivotes’ puros u otros en los que el centro del campo se disponga ‘en rombo’ o con un medio centro de contención y otros más escalonados por delante.

En el último curso de Juande Ramos en el Málaga (2003-04) se constata todo esto. El once tipo de la temporada fue el formado por Arnau (curiosamente, ahora su ‘jefe’, al ser el nuevo director deportivo de la entidad); Josemi, Fernando Sanz, Litos, Valcarce; Gerardo, Romero, Miguel Ángel, Duda; Edgar y Salva. El portugués Edgar hacía las veces de segundo punta, con más dinamismo, pero en algunos choques partió desde la derecha.

Sin embargo, también mostró otros dibujos ese Málaga, que en su mejor versión recuerda al de Gracia por su nivel de trabajo y de compromiso, que le hacían ser muy fiable en la presión y a nivel defensivo. La variante más clara fue el 4-2-3-1, con Insúa de medio punta. El argentino, que ayer anunció su retirada, fue el fichaje estrella del verano, pero tardó más tiempo del deseado en adaptarse al fútbol europeo, en su primera experiencia en él. Su ritmo más lento y la tendencia a conducir en exceso el balón o a ralentizar el juego hicieron que Juande no le diese más continuidad en las alineaciones hasta el tramo final del año.

También Leko se fue afianzando en el once, en ese rol o algo más atrás, y con el croata el equipo tenía mejor manejo de balón.

Ecuanimidad

Aquel Málaga es solo un ejemplo de que Juande Ramos no es nada dado a perpetuarse con el mismo sistema o jugadores. Su ecuanimidad lo lleva a no casarse con nadie. Cuando le tocó dirigir a un Real Madrid de transición y en crisis deportiva (en la segunda mitad de la Liga 2008-2009) apostó en las bandas por jugadores de un perfil tan bajo como Palanca o Faubert.

En los cuatro años que pasó en Ucrania (2010-14), el técnico estuvo muy abierto a los cambios. La polivalencia de jugadores como Rotan (más o menos adelantado en el centro del campo), Giuliano o Matheus le dio mucho juego para jugar con uno o dos atacantes.

En los cuatro años que pasó en Ucrania (2010-14), el técnico estuvo muy abierto a los cambios. La polivalencia de jugadores como Rotan (más o menos adelantado en el centro del campo), Giuliano o Matheus le dio mucho juego para jugar con uno o dos atacantes. / AFP

En el CSKA de Moscú (2009-10) formó en la mayoría de la temporada con dos delanteros claros, Vagner Love y Doumbia (y a veces Necid), con un centro del campo en rombo, en el que Semberas era el ‘pivote’ y el japonés Honda el volante ofensivo, y dos jugadores de banda claros en los costados (Oliseh y Tosic o Mark González). En el Dnipro, durante sus cuatro campañas en Ucrania, alternó casi a partes iguales el 4-4-2 y el 4-2-3-1. Dispuso de jugadores que se adaptaban a varios puestos, como Giuliano o Matheus, que le permitían retocar el dibujo, y Rotan a veces se situaba más adelantado o manteniendo más la posición. Valga el botón de muestra de la campaña 2012-13, la penúltima en ese periplo junto a Muñiz (que fue su primer ayudante): hasta la octava jornada, el 4-2-3-1; de ahí a la vigésima, un 4-4-2 con doble ‘pivote’ (salvo en un encuentro), y vuelta a los inicios hasta el final, excepto las tres últimas citas, con 4-4-2.