Malaga CF

Cuatro años de retraso en una ‘explosión’ muy esperada

Keko (izquierda) acude a la celebración de un gol entre Canales (de espaldas) y Dani Pacheco; a la derecha, Thiago y Oriol Romeu.
Keko (izquierda) acude a la celebración de un gol entre Canales (de espaldas) y Dani Pacheco; a la derecha, Thiago y Oriol Romeu. / Efe
  • Keko recuperó en el Albacete, hace dos temporadas, el gran nivel ofrecido en el Europeo sub-19 de Francia en 2010, cuando deslumbró

  • En aquel certamen España quedó subcampeona y el nuevo malaguista fue titular en los cinco partidos con Koke o Muniain suplentes

Ha sido una ‘explosión’ tardía, pero esperada. Estaba justificadamente señalado como uno de los talentos del fútbol español, pero poco a poco comenzó a coleccionar cesiones y, cuando parecía que iba a perderse en la legión de obreros de la Segunda División, asumió el liderazgo en el hoy modesto Albacete. Cuatro años de travesía por el desierto, sin el rumbo deseado, falto de confianza, probablemente influido por la irrupción de sus compañeros de la selección en la élite. El nuevo jugador malaguista, Keko, una de las sensaciones de aquella sub-19 subcampeona en Francia en 2010, es hoy una realidad.

Hace dos veranos Juan Ramón Muñiz, con su ojo clínico, se lamentaba de que el Eibar se hubiera movido rápidamente con Keko. Acababa de fichar por el Alcorcón y durante su año sabático había elaborado su lista de objetivos si encontraba equipo. El extremo madrileño estaba entre los mejor situados. Quién le iba a decir al asturiano que a corto plazo aquel futbolista iba a acabar en un equipo del que él será siempre y a las órdenes de su amigo y maestro, Juande Ramos.

Porque Keko brilló en el Albacete cuando ya muchos lo daban por perdido para la élite. Suele ocurrir que los buenos extremos que brillan en las categorías inferiores creen que basta con el talento, cuando en realidad al máximo nivel esa virtud innata debe estar acompañada de sentido colectivo y dosis de sacrificio. En el caso del ya jugador del Málaga también influyeron decisivamente las expectativas en torno a su figura por pertenecer a un club muy mediático, el Atlético de Madrid. El caso es que entonces, en 2010, no existía confusión: Keko era el mejor, y Koke, el menos bueno. Luego el recorrido de ambos fue opuesto a lo esperado...

Un rodillo

Koke, ya en el Albacete, protege ante el lateral Chica.

Koke, ya en el Albacete, protege ante el lateral Chica. / Gabriel Villamil

Conviene mirar por el retrovisor futbolístico y detenerse en el Europeo sub-19 de Francia, en 2010. España era una de las favoritas y solo sucumbió en la final por 2-1 ante la anfitriona, que contaba en sus filas con Griezmann, Bakambu o Kakuta. Pero la selección que más empaque mostró, la que fue un rodillo hasta la final, fue la dirigida por Luis Milla. Y con un once que se recitaba de memoria: Álex; Montoya, Bartra, Pulido, Planas; Oriol Romeu; Keko, Thiago, Canales, Dani Pacheco, y Rodrigo. Solo en el tercer partido de la primera fase, frente a Italia y con el pase a semifinales en el bolsillo, hubo rotaciones: entraron Hugo Mallo, Ramiro, Koke, Muniain y Rochina. Era un equipo que aunaba talento, velocidad, juego entre líneas, pases al hueco para aprovechar los desmarques de ruptura, equilibrio defensivo... Y ahí brillaron en los flancos el pizarreño Dani Pacheco (que acabó como máximo goleador del torneo) y Keko. Es cierto que este ya había sido campeón europeo con la sub-17 dos años antes en Turquía, pero la sub-19 ya eran palabras mayores.

Debut con el Atlético

A nivel de clubes Keko ya había debutado en Primera con el Atlético y había sido cedido al Valladolid. La temporada siguiente a aquel gran Europeo en Francia pinchó en sus dos cesiones: a mitad de Liga pasó del Cartagena al Girona y en ambos casos fue de más menos. Aquello lo llevó a no renovar con el Atlético y a escuchar los cantos de sirena desde Italia. Se embarcó tres años en el Catania, donde tampoco cuajó –en el primero acabó prestado al Grosseto, de la segunda categoría–, y optó por volver a España por la puerta de atrás, al modesto Albacete. Ya casi nadie lo recordaba. Pero allí volvió a sentirse futbolista. Coincidió con él churrianero Edu Ramos y también con otro fijo en aquel once del Europeo sub-19, su excompañero rojiblanco Pulido, y se salió. Quedan para el recuerdo sus goles en el campo del Llagostera (victoria por 2-3), que sirvieron para refrendar la permanencia con antelación, pero también un buen puñado de ‘asistencias’ y, sobre todo, su papel decisivo en el juego.

El Eibar, aún sin saber si ocuparía plaza en Primera por el posible descenso administrativo del Elche (como así sucedió más tarde), no tardó en reclutarlo. Y ahí Keko no sólo ha confirmado que las virtudes que exhibía en las categorías inferiores las mantiene intactas, sino que está capacitado también para trabajar por el equipo. Y encima a la madurez profesional se ha sumado la estabilidad personal con el nacimiento de sus mellizos. El Málaga lo ficha en su mejor momento a todos los niveles.