Malaga CF

La dura infancia del fichaje más caro

Santos, ayer en el estadio Ciudad de Málaga tras el entrenamiento.
Santos, ayer en el estadio Ciudad de Málaga tras el entrenamiento. / Ñito Salas
  • «Trato de que mi hijo no pase la necesidad que yo pasé», dice el uruguayo, que salía desde pequeño a cortar leña y a vender la comida casera que cocinaba su madre

  • El afán de superación de Santos no tiene límites. Lo ha demostrado en el Málaga. Cuando era pequeño, él y su familia luchaban para tener un plato de comida y vivían en una casa de madera y chapa. Por eso da más valor a todo en la vida

Se suele decir que el futbolista uruguayo trae el carácter ‘de serie’. Pero en el caso de Michael Santos, el fichaje más caro del Málaga esta temporada (más de cuatro millones de euros por el 60 por ciento de su propiedad), él trae ‘de serie’ el afán de superación, ese que lo ha llevado a remontar una fase en la que internamente se dudaba sobre su continuidad. Ayer, en una entrevista con SUR –la primera concedida por el delantero ‘charrúa’ de forma individual desde su llegada a España–, no tuvo el más mínimo reparo en hablar de su dura infancia, de las enormes dificultades que, como él recalca, le hicieron valorar todo lo bueno que a uno le puede dar la vida. «Siempre estuve luchando desde abajo y aprendí de ello», es una de sus máximas. Pocas veces un futbolista de élite se sincera con tanta claridad, sin tapujos, sobre el arduo trabajo que hubo de afrontar desde crío para poder comer. Ypocas veces un futbolista de élite ha hablado de la importancia del núcleo familiar, del detalle de tener seguridad en las calles o simplemente de poder elegir un sitio para almorzar o cenar. Todo ello explica por qué Santos sólo mira hacia adelante y con mentalidad positiva.

¿Por qué lo de Michael?

Mi padre era jugador de básket allá en Uruguay y, como le gustaba Michael Jordan, me puso Michael. No sé de qué jugaba, pero dicen que era bueno.

¿Ypor qué el apodo de ‘Pelo’?

En juvenil, en River, tenía la melena un poco larga y empezaron a decime: «Pelos, pelos...».

Cuentan que su infancia no fue precisamente fácil.

Mi infancia fue complicada. Sabemos que en Uruguay se pasa necesidad, como en casi toda Sudamérica. De chico, yo, con mi madre, mis hermanos y mi padrastro, salíamos a cortar leña para tener un plato de comida en la mesa. Y hasta los 13 o 14 años vendía comida casera. Mi madre es cocinera y salía casa por casa a vender y así ayudaba a mi madre. Cuando entré de peque en River ya ayudaba con lo que me pagaban. Más o menos por ahí fue mi infancia. No fue tan bonita como se merece un niño, pero, bueno, siempre estuve luchando desde abajo y aprendí de ello.

Me cuentan que vivía en una zona relativamente pobre.

Allá hay muchos lugares que son pobres... En mi caso vivíamos en un asentamiento, como se llama a las casas de madera y chapa.

Supongo que eso hace valorar más las cosas.

Sí, todo se valora mucho más. Sabiendo que tengo un hijo, quiero lo mejor para él y trato de que no pase la necesidad que yo pasé.

Le ha sorprendido la calidad de vida que tiene Málaga. ¿Ha podido influir también eso en el periodo de adaptación?

Sí, yo creo que sí. Acá no veo mucha rapiña, como llaman allá. ¿Cómo le dicen acá? Robo. Acá casi no veo nada de eso. La vivencia, el día a día, el tener comida para todos los días, hacerse su gustito yendo a tal lado, poder salir sin preocuparte de que te van a robar o no... Sí, es un cambio muy grande y estoy muy contento por eso también.

Desde luego, aquí hay variedad en el tipo de comida.

Ya he probado de todo un poco y la verdad es que es muy rica la comida acá. Pero la comida de la madre siempre se extraña... (ríe).

Habrá probado el pescaíto...

Sí, claro, acá se come mucho pescado. Me gusta toda la comida. De chico, mi madre, con la necesidad que hemos pasado, me hizo comer de todo un poco y la verdad es que no le hago ascos a nada.

Aquí en España se utiliza la frase «ese come piedras».

Sí, claro, claro, eso.

¿Y de ‘hobbies’?

El boxeo me gusta. Hice como dos años boxeo. Me descargo mucho con eso. También sirve para los problemas personales. Te descargas más mental que físicamente y llegas cansado a casa. Pero acá no lo practico. Estoy tranquilo, casa y nada más.

¿Y no sería peso pesado?

(Ríe) No, no, sólo peso ligero. Sólo me entrenaba, no hacía exposiciones (combates).

No es alto y además en el campo se le ve escurridizo. En el ring sería difícil ‘cazarlo’...

Sí, aunque ya se sabe que todo puede pasar. También lo utilizaba para defensa personal porque la situación a veces se complica...

Dado que vive en la Costa, ¿su mujer prefiere playa o piscina?

Le da lo mismo. Ella es de barrio como yo, de Pando (en el departamento de Caneloni). Ahora vamos a hacer tres años juntos.

Una última, sobre gustos futbolísticos: ¿Luis Suárez o Forlán?

Los dos son grandes jugadores.

Me temía que me respondiera eso.

Me quedaría con Suárez por sus movimientos, su capacidad goleadora y por la persona que es.

Y sin boxeo, ¿en qué invierte el tiempo libre?

Tengo un vecino con una cancha de pádel y me parece que vamos a ir por ahí. Pero estoy empezando, así que estoy duro todavía (vuelve a sonreír).

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