Reservado, discreto, incluso tímido. Alejado de los focos. Dicen sus mejores amigos que no sabe ‘venderse’ bien. A Guillermo Ochoa (Guille para los más cercanos, Memo más popularmente) le cuesta hablar de Málaga sin emocionarse. Aquí, en el hospital Quirón, nació su hijo, el que lleva el nombre de pila de varias generaciones –«el mejor recuerdo, sin duda»–, una razón más por la que dice sentirse «malagueño para toda la vida». «Quizá no jugué todo lo que hubiera deseado, pero en lo personal, en lo familiar y en lo deportivo le tengo mucho cariño a Málaga. Me abrió la puerta para jugar en la Liga y en Europa», recalca el ídolo de miles de mexicanos en conversación telefónica con SUR.
Mañana Ochoa vuelve por primera vez a La Rosaleda, con el Granada. Pero Guille, el que dejó tantos amigos en Fuengirola, no vuelve a Málaga ni por primera ni por segunda ni por tercera vez. «Tengo la fortuna de tener Málaga a mano para venir cada vez que puedo. Apenas una hora u hora y diez de coche. Cuando tengo la oportunidad, aprovecho el día libre y vamos allá», confiesa. «He vivido dos años fantásticos, he dejado muchas amistades y he tenido la suerte de conocer muchos lugares», añade el portero. Le fascina la provincia. «Fuengirola, Torremolinos, Marbella... Cada una tiene sus encantos y sus especialidades, sus chiringuitos y restaurantes, sus zonas para pasear... Y en todos los sitios me he sentido querido. La gente siempre me trató con mucho cariño cuando me veían por la calle. Eso nunca se olvida».
Buenos amigos en el Málaga
Mañana tendrá enfrente a un montón de amigos. «Tengo buena relación con muchas personas del equipo y del club, pero en realidad tengo relación con todos porque en la pretemporada estuve varias semanas con ellos», aclara Ochoa. Su corazón siempre será malaguista, «juegue donde juegue». «Bueno, hasta el viernes y desde el sábado», bromea el cancerbero mexicano, que añade: «Ojalá que sea un buen partido. Sigo al Málaga cada fin de semana y me da gusto que haya sacado buenos resultados, que Málaga disfrute con tantas remontadas al final, que el equipo haga pesar su estadio y su afición».
Por sus palabras pudiera pensarse que Ochoa triunfó en el Málaga durante varias temporadas. Sin embargo, tuvo que conformarse con la Copa del Rey y con la recta final de la pasada Liga, esto último beneficiado por la lesión de Kameni. Pero él, como siempre, evita cualquier polémica: «Mi misión desde el inicio era ser profesional, buscar el bien del equipo, y creo que la gente y ustedes (la prensa) supieron valorarlo. Ya dije en su momento que me hubiera gustado tener la oportunidad de competir por el puesto, de pelearlo, pero no se dio. No era una decisión que yo tuviera en mis manos y sólo me quedaba trabajar y estar preparado para cuando me tocara». Y esta actitud fue la que provocó que el mexicano se ganara el respeto y el cariño de sus compañeros pese a que hubo mucho ruido sobre posibles desavenencias con Kameni. «La situación era la que era, pero mi relación con él fue de respeto, profesional. Nunca hubo un incidente o una discusión», destaca.
Ahora Ochoa llega con el Granada sumido en la mejor racha y, sobre todo, más compacto. De ello se ha beneficiado el mexicano, al que en el tramo inicial ‘bombardeaban’ los contrarios en infinidad de ocasiones. El sistema tan ofensivo, casi suicida, de Paco Jémez –aderezado por la escasa capacidad de los centrales para jugar tan al límite, adelantados y abiertos–, provocó que en los primeros ocho encuentros encajara 23 goles. Comenzaron las dudas en el entorno por algunos fallos, en porcentaje casi mínimo en comparación con sus intervenciones de mérito. En cuanto el equipo rojiblanco se ha consolidado con Lucas Alcaraz en el banquillo, el cambio ha sido radical para satisfacción de sus amigos: siete tantos recibidos en seis partidos. La confianza del actual técnico en ‘Guille’ es tal que la semana pasada, en la Copa, prefirió utilizarlo antes que a Kelava (el exbarcelonista Oier estaba sancionado). El azteca es el único de la plantilla que ha disputado los 1.350 minutos de competición.
«Mucha gente nueva»
Su adaptación al Granada fue inmediata –«hasta la mudanza fue fácil», bromea–, pero a su juicio ese ha sido precisamente el lastre del Granada los dos primeros meses: «Había mucha gente nueva, con varios jóvenes, con otros que llegaron a última hora. Varios no hablaban tampoco el idioma. También el cuerpo técnico era nuevo y muchos no conocían a Paco (Jémez) en lo personal y en la forma de jugar. Eran obstáculos muy complicados, pero ya los hemos superado». Por eso, Ochoa aventura un crecimiento del equipo: «Ahora somos más compactos, damos mejor imagen como grupo, el equipo se entiende de mejor manera. Ojalá los dos últimos partidos sean el comienzo de una racha». Una advertencia de ‘Guille’, el que ya es «malagueño para toda la vida», el que se siente malaguista «hasta el viernes y desde el sábado», el que dejó tantos amigos en la provincia de la que está enamorado.
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