Malaga CF

«Siempre busqué las cosas positivas para no hundirme; eso me sostuvo»

Santos, que en el vestuario siempre brilla por sus bromas y su buen humor, sonríe ayer para SUR
Santos, que en el vestuario siempre brilla por sus bromas y su buen humor, sonríe ayer para SUR / Ñito Salas
  • «No vine acá a pasear», recalca Santos, que admite que hubo «un problema de adaptación» y advierte: «Esto no es cómo empieza, sino cómo termina»

«Hubo un problema de adaptación». El delantero malaguista Santos no se anda con rodeos, igual que apunta que las críticas «las agarro para mejorar» o que admite que ya conocía la dificultad del cambio de Sudamérica a Europa. También habla del equipo, de que la juventud hace que los jugadores mantengan la ilusión hasta el minuto 95 y de que precisamente por la presencia de tantos ‘nuevitos’ no tienen tanta fuerza ante los árbitros.

¿Cree que le perjudicó la etiqueta de ser el fichaje más caro?

No creo. Se habló mucho, sí, pero la adaptación del fútbol sudamericano al europeo, como todos saben, al principio cuesta. Por suerte fui de menos a más y ahora me siento bien.

¿Fue problema de adaptación?

Sí, un problema de adaptación. Eso nada más. Yo, callándome y trabajando, di lo máximo de mí en cada entrenamiento, esperando la oportunidad para salir al campo y demostrar lo que vine a hacer.

¿Se sintió señalado por todos esos comentarios relacionados con que se buscaba un delantero?

No, señalado no. Yo tenía confianza en mí mismo, sabía lo que podía dar y tenía muy claro en mi mente que esto no es cómo se empieza, sino cómo se termina. Yendo de menos a más, traté de quedarme quietito, de aceptar las críticas y de trabajar para que las críticas no fueran a más.

Después de que surgieran aquellas dudas, ¿hubo opciones de irse?

Sí, me llegó que otros clubes estaban interesados en mí porque me venían siguiendo del fútbol sudamericano y el Málaga le dijo que no, que yo me iba a quedar. Y acá estoy.

¿Fue más difícil la adaptación por no tener a toda la familia aquí?

–Mi madre y mis hermanos están en Uruguay, igual que mi hijo con su madre, y acá estoy con mi señora, que es uruguaya también y que vino un mes después. Y sí, también pasó por eso, por lo emocional. El cambio era muy grande del fútbol sudamericano al europeo. Sabíamos que no sería fácil y que había que trabajar mucho.

¿En lo personal también influyó? Lo digo por el estilo de vida.

En eso cambió para positivo. Acá, en Europa, se vive mucho más tranquilo. Por lo menos, en España, con el tema de la convivencia, me adapté bien. Además, me arroparon bien los uruguayos –Chory, Fede (Ricca), mi representante ‘Cabeza’ Zalazar– para sentirme tranquilo.

El papel de Chory fue fundamental con Ricca y luego con usted.

Sí. Él hace ya diez años que está en España, que conoce muy bien la adaptación, así que su apoyo y el de los otros fueron importantes.

¿Y con el míster?

Mi relación desde el principio no fue ni buena ni mala, porque no hablábamos mucho. Me probó en varios puestos, como él había dicho. No me sentía muy bien tampoco, pero ya digo que esto no es cómo empieza, sino cómo termina, y estoy tapando muchas bocas.

Después hablaron y quizá influyó en el cambio.

Él me dijo que estaba conforme, que siguiera trabajando y que las oportunidades iban a llegar. Al final llegaron y creo que las estoy aprovechando.

¿Y qué pensó cuando vio que un joven, En-Nesyri, jugaba antes que usted?

Nada, me mantuve callado. No ando comparando jugadores ni conmigo ni con nadie. Yo sé lo que doy dentro de la cancha y también fuera, como persona, y siempre busqué las cosas positivas para no hundirme mentalmente. Y eso me sostuvo porque soy fuerte mentalmente y las críticas las agarro para mejorar, y no para hundirme.

Su forma de ser ayuda. Todos coinciden en que siempre está bromeando, de buen humor, con una sonrisa.

–Yo de por sí vengo alegre a los entrenamientos porque los que están ahí (los ‘fisios’, los doctores..) son como nuestra familia. Pasamos más tiempo con ellos que con la familia nuestra de verdad, y creo que el buen humor hace que las cosas salgan mejor.

¿Qué lo liberó más, cuando jugó los primeros minutos y el público lo recibió con cariño o cuando marcó el primer gol, ante el Sporting?

Siempre la gente me estaba apoyando por las redes sociales y me decía que me querían ver. Yo necesitaba minutos y vino el gol contra el Sporting. Saqué toda la rabia que tenía dentro, una rabia sana, no una rabia de maldad. Me liberó también un poco de lo que se estaba hablando. Después los dos goles contra el ‘Depor’ fueron la frutillita de la torta. Pero no hay que conformarse con eso. Hay que seguir trabajando por el equipo y, si se puede hacer goles, mejor.

Y en el juego, siempre teniendo en cuenta que está en proceso de mejora, ¿qué es lo que se ha visto de Santos y qué no se ha visto?

Yo estoy tranquilo porque puedo dar mucho más. He ido de poco a más. No vine acá a pasear, sino a ganarme un puesto y a colaborar con mis compañeros para el equipo. Me gusta jugar de medio punta o de ‘nueve’. Me manejo bien en las dos partes y siempre me siento más cómodo llegando a rematar, pero donde se demuestra todo es en la cancha, en el verde, como ustedes dicen acá.

En Valencia le tocó jugar de ‘nueve’ entre tres centrales. Le costó muchísimo porque lo tenían casi amarrado entre uno y otro.

El míster me dijo que tratara de presionar ahí, que iba a tener tres zagueros, pero me las ingenié para presionar y ayudar al equipo en eso. Después no llegué a rematar ninguna, pero ya vendrán las oportunidades.

Hubo gente del equipo que, nada más llegar usted, me dijo que usted tiraba los penaltis «de escándalo». ¿Cuál es su secreto?

(Ríe) No ponerme nervioso.

En el Málaga Apoño aguantaba mucho el disparo hasta que el portero se lanzaba a un lado u otro.

Esto es más bien cuestión de práctica, pateando en los partidos. En Sudamérica pateé muchos ‘penales’ y, por suerte, con la pegada al balón es mucho más factible para que la pelota entre. Son decisiones en el momento al ver la altura del ‘golero’ (portero), si la cancha está rápida... Bueno, en España la cancha siempre está rápida. Y si va pegada al suelo le dificulta mucho al portero.

En esos casos, ¿tiene más claro, cómo golpear o dónde golpear?

Sobre todo, cómo golpear, si fuerte o suave. Sinceramente, no tengo un secreto, sino que tomo la decisión en el momento. A veces muchos dicen que el arco se hace chico, pero yo lo veo siempre igual.

¿Cuál es su próximo reto, marcar más goles o consolidarse?

Primero, consolidarme y a medida que tenga más minutos los goles van a venir porque piso mucho el área rival. Y después otro objetivo es tratar de ver si puedo volver a la selección uruguaya.

Supongo que esa es una espinita clavada.

Siempre me pongo objetivos a largo plazo, y si esto es difícil, a corto plazo. Sabiendo que jugar en Europa no es fácil, si mantengo la titularidad, ese es el objetivo.

Hablemos del equipo. Está en un vestuario muy joven que ahora, con tantas lesiones, es más joven todavía. ¿Qué tiene eso de bueno y qué tiene de malo?

Es un vestuario de edad media de 25 años y es una virtud sabiendo que todos quieren lograr el objetivo. Eso nos da el plus para llegar al minuto 90 con mucha fuerza. Siempre tratamos de luchar los 95 minutos que siempre jugamos, o los casi 100 contra el Barcelona. Lo negativo es que los jueces (los árbitros) se aprovechan de eso. Salvo Camacho, Miguel (Torres) o Duda, no tenemos mucha fuerza y somos nuevitos. Eso a veces pesa dentro de la cancha.

Entiendo que eso se traduce en muchas amonestaciones.

Sí, por ejemplo, en Barcelona echaron a Juankar después de que le dijo que pitara de una puta vez o algo de eso mientras que Piqué y los demás del Barcelona le decían cualquier cosa y no pasó nada. Ahí te das cuenta de que la experiencia pesa mucho, y más acá en el fútbol europeo.

Veinte puntos. Vistas las bajas y las lesiones, parece un milagro.

Como le decía, el Málaga es un equipo joven que no se rinde nunca y siempre va de menos a más, sabiendo que en cualquier momento podemos hacer un gol.

Cuando llegó Juande, habló de que si se conseguían los objetivos en la planificación el equipo lucharía por Europa. ¿En el vestuario se habla de Europa o, con tantas ausencias, ya no tanto?

Al principio se hablaba mucho de que el objetivo era Europa y, por qué no, la Champions, pero a medida que avanzaban los partidos nos encontramos con dificultades por las lesiones y ahora el objetivo es ir partido a partido, tratar de sacar los máximos puntos para ver qué pasa en los últimos, si entramos con ‘chance’, y ahí ponernos a punto para luchar por Europa.

¿En qué cree que puede mejorar el equipo?

Esa pregunta se la debe hacer al míster, no a mí. Al principio se habló mucho de la defensa, pero eso con trabajo se fue resolviendo y ahora estamos sólidos. Si bien nos convierten goles, estamos más agresivos. Siempre se tiene que mejorar algo, pero no concretamente, sino en todas las líneas.

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