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Chory Castro, en una acción el sábado. :: fernando gonzález
HASTA HOY LOS HAY PEORES...
LAS COSAS DE CAÑETE

HASTA HOY LOS HAY PEORES...

El mal de otros no tiene nada que ver con tus propios errores. El Málaga no sumó ante el Alavés por errores, descuidos, desaciertos y defectos propios

PACO CAÑETE

Lunes, 13 de marzo 2017, 23:32

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Sábado noche, La Rosaleda. Al filo de las 20.30 del deseado O.K. (vale, de acuerdo, está bien) se pasó al K.O., al fuera de combate. Merecida o no, la derrota se contabilizó. El Málaga perdió por sus propios errores, los mismos que Juande dijo y repitió cuando arrancó la competición. Una frase dice: el fallo es humano, aprender es divino. La equivocación es una oportunidad para la corrección. Aquí, en Martiricos, nanay.

El Alavés tiró dos veces y marcó un par de goles. Los locales chutaron en ocho ocasiones y ni por casualidad. ¿Qué sucedió? Recién terminado el encuentro, Míchel, de estreno en el banquillo, señaló: «No se pueden cometer tantos fallos...» Lisa, pura y llanamente esa es la razón. Minuto 38. Demichelis, defectuosamente, retrasa el balón a su portero, que no logra despejar y la jugada se transforma en córner. En el saque de esquina, Laguardia la peina hacia dos compañeros, sin marcaje, y uno de ellos, Feddal, la envía a la red. En el minuto 91, Demichelis no acierta en un despeje fácil. Edgar se lleva la pelota, supera a Luis Hernández y marca por el palo que debe cubrir el portero. En el portal de enfrente, minuto 80, un buen centro de Ontiveros en el que En-Nesyri, solito él, manda el esférico al cielo de Málaga, porque no había nubes. Y en el 88, En-Nesyri, en un mal despeje de Laguardia, sin el menor obstáculo otra vez, no hace otra cosa que chutar al muñeco; perdón, donde estaba el portero. Hubo más. A los 72, Feddal fue expulsado por doble amarilla. Conclusión: hasta hoy los hay peores. El mal de otros no tiene nada que ver con tus propios errores. El Málaga no sumó ante el conjunto de Vitoria por errores, descuidos, desaciertos y defectos propios. Esa fue la causa del fracaso. Problemas atrás y equivocaciones arriba. Este fin de semana, Leganés. Por cierto, Twitter al margen, ¿qué pensará el jeque? Es el máximo y directo responsable.

Continúo con el tema de las corruptelas en el fútbol. De llaveritos, fotos, camisetas y otras pamplinas por el estilo, nada. El caminito de los amaños tiene otros derroteros, aunque las reuniones en la trastienda que les comenté, de buen comer y mejor velada con amigos simpaticones, pueden valer. En aquella ocasión el colegiado vasco lo tuvo claro y no confundió la velocidad con un producto del cerdo. Lo peor fue que estuvo mal y sus errores influyeron en la derrota del Málaga. La honestidad lo salvó. En otra ocasión, tomando un aperitivo con mi amigo Antonio Ramos Espejo, escritor y periodista granadino, entonces director del 'Diario Córdoba', a muchos kilómetros de nuestra ciudad, casualmente nos encontramos con un árbitro amiguete. El hombre, por cortesía, nos invitó a tomar una cerveza en su casa. Tanto insistió que aceptamos, especialmente porque quería estrenar un jamón de Guijuelo, de categoría especial según él, que le habían vendido el día anterior. Total, que llegó el momento, sacó el jamón. Con una envoltura que cantaba su procedencia. «¿Comprado aquí, en tu tierra?», le pregunté con sorna. «Vamos, hombre. ¿No ves que está liado en hojas del periódico del Diario SUR?...» Este es de la trastienda de Paco Ramos, aseguré. Le costó decirlo, pero al final reconoció que no me había equivocado. Más adelante supe que varios perniles como aquel habían salido de calle San Juan con destinos a distintos puntos de nuestra geografía. (No puedo decir más porque lo tendría que inventar).

En las décadas 60 y 70, los árbitros estaban mal pagados. Los mejores ingresos correspondían a las dietas para viajar. He conocido, por colegiados amigos, que comían poco y barato en los desplazamientos para poder regresar a casa con unas pesetas. No bromeo. Los jueces de línea, con honorarios de risa -si los comparamos con los actuales- en este apartado se apretaban los machos. Al estar mal retribuidos, los que tenían que aplicar la ley en el terreno de juego, eran blanco de una y muchas tentaciones. Algunos clubes de los importantes solapadamente ofrecían recomendaciones y empleos. Al final, como siempre, por el humo se sabía dónde estaba la lumbre y lo que se cocía. En partido en La Rosaleda, con uno de los 'grandes' ante el Málaga, el árbitro, que más que conocido era amigo de Serrano Carvajal, entonces presidente, la lió. Concedió gol en un balón que había botado 4 o 5 metros por delante de la línea de meta. Rafael Serrano, después del partido, le gritó lo que no estaba en los escritos. El trencilla, de categoría internacional, gozaba de un buen puesto de trabajo, cómodo y bien remunerado por 'gentileza' de aquel club. 'Doña Honradez y Don Dinero' se habían cruzado en el camino de aquel hombre.

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