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A LO PANENKA

...Y PORQUE FALTA PEGADA

Sergio Cortés

Martes, 25 de abril 2017, 22:49

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El 0-2 hasta nos supo a poco. La superioridad del Málaga fue apabullante y, salvo en un leve arreón del Granada, siempre ejerció de local. Presión eficaz arriba, bandas bien cerradas, contención en la medular, centrales resolutivos... Todo ello confluye en que el equipo haya dejado su puerta a cero en cinco de los siete últimos encuentros. El problema está en ataque. Cualquier equipo con un poco más de pegada, con un poco más de calidad en el último pase, con un poco más de iniciativa en el uno contra uno habría dejado finiquitado el partido al descanso.

Sandro no se fue en diciembre porque confiaba en aumentar su cifra de goles en la segunda vuelta. Sabía que así iba a tener más equipos interesados en él (que los tiene, y buenos). Al canario se le intuían ciertas virtudes, pero una de ellas no era precisamente su potente disparo. Lleva doce goles (más los de Copa) y la mayoría gracias a la picadura mortal de su golpeo con la derecha. No es un delantero de área, sí, pero un ejemplo para todos aquellos futbolistas (varios de ellos, en la plantilla) a los que les cuesta un mundo intentarlo. Pocos ajustan tanto la pelota al palo como el punta blanquiazul. Claro que tantos años con el mejor jugador de la historia a su lado en el Barça...

Una de las noticias más felices de los dos últimos partidos ha sido el papel de Recio. Me imagino al &lsquoTigre&rsquo Benítez más que satisfecho, porque no ha habido otro que le haya apretado más al malagueño. Cada vez que lo ve le reitera que debe hacerlo más fácil, incorporarse más al ataque, buscar el disparo... Si se le exige, es porque puede dar más. Con su vuelta, el equipo es otro. Ojalá tenga continuidad.

Hace unos años un buen conocedor de la cantera me dijo: «Luis lo tiene todo y podría jugar en cualquier sitio». Ayer le tocó hacerlo de lateral derecho y estuvo firme, pero además se incorporó en ataque con desparpajo. A muchos les extrañará, aunque en juveniles ya era capaz de dejar de ser central para presentarse en la frontal del área rival. Eso no es cuestión de arrojo, sino de conducción y recursos técnicos. Y de saber competir.

Míchel estuvo colosal: lo vio venir antes que Adams. En cuanto quitó a Keko y metió a Duda pasó a jugar con tres centrales. Intuyó que el Granada iba a jugar en largo y que al poco Adams (al que no querría de asesor ni para ir al supermercado) metería a un segundo punta. Cumplió un doble objetivo: reforzarse atrás y acumular cuatro centrocampistas para no perder el control. Está muy bien elogiar al madrileño como psicólogo, como motivador, como hombre de fútbol. Pero hay que dejarse de tonterías y elogiarlo como entrenador. Menos mal que llegó...

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