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Adrián reclamó penalti en esta acción de la primera parte, cuando se disponía a rematar en el segundo palo.

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Adrián reclamó penalti en esta acción de la primera parte, cuando se disponía a rematar en el segundo palo. Ñito Salas

Un Málaga de efecto gaseosa

El esperanzador debut de Jose no tuvo continuidad en un partido en el que el equipo se desplomó tras el descanso y no pasó del empate ante un Girona sin ambición

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Sábado, 27 de enero 2018

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Salvo que el rival dé infinitas facilidades (como el Eibar), el Málaga tiene poco juego y menos gol. Frente al Girona se vivió otra muestra más de la escasa calidad. No es sólo que la gasolina durara 45 minutos, sino sencillamente que en cuanto el adversario (sea cual sea) pisa un poco el acelerador, llega la descomposición y aparecen las vergüenzas. En el partido crucial de la Liga, el que podía permitir una reactivación a todos los niveles, el ‘efecto Jose’ fue como la gaseosa. Un punto siempre es un punto, menos para un colista incapaz de crear ocasiones, marcar y, lógicamente, ganar.

Málaga

Roberto; Rosales, Luis Hernández, Ignasi Miquel, Ricca; Keko (Samu García, m.72), Recio, Iturra, Chory Castro; Adrián y Borja Bastón (En-Nesyri, m.58).

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Girona

Bono; Maffeo, Ramalho, Bernardo, Muniesa, Mojica; Borja García, Granell (Douglas, m.87), Pere Pons; Portu (Olunga, m.82) y Stuani.

  • Árbitro Alberto Undiano Mallenco (Comité Navarro). Mostró tarjeta amarilla al malaguista Chory Castro en dos ocasiones, en los minutos 7 y 77, por lo que fue expulsado. También amonestó al visitante Ramalho (m.34).

  • incidencias Partido de la vigésima primera jornada de LaLiga Santander, diputado en el estadio de La Rosaleda ante unos 25.000 espectadores.

Tras repetir la última alineación de su antecesor, Jose sólo introdujo una variante en su estreno en La Rosaleda. Sin duda, obedeció más a las características del rival que a los méritos o deméritos en Eibar, porque el elegido para actuar como ariete fue Borja Bastón, calamitoso hasta ahora. Por lo demás, el bloque ya consabido con la pareja Iturra-Recio y con Adrián junto al ariete.

Pero hubo más que en el compromiso del lunes. El Girona juega con un sistema que va en contra de lo habitual y eso requiere neutralizar sus virtudes (como la facilidad para encontrar casi siempre al menos dos líneas de pase) y tratar de aprovechar sus defectos (como la debilidad cuando la defensa es de tres hombres, y no de cinco). La actitud del Málaga fue encomiable, con ese sistema de ayudas que pretende Jose, aunque a la hora de la verdad fue fácilmente perceptible que Keko y Chory Castro se movieron mucho más por dentro, no tan anclados en la banda. No fue exactamente el clásico 4-4-2 habitual en el técnico gaditano, lo que permitió, por ejemplo, que Keko tuviera más opciones de disparo o que Chory pudiera contribuir a una circulación más fluida.

Acoso... y una sola ocasión

La conclusión fue evidente: el Girona se vio maniatado, disfrutó menos de lo que le gusta de la posesión y convirtió a Roberto en un mero espectador. El Málaga jugó continuamente desde el minuto 20 en campo contrario, a veces con un acoso muy llamativo –el juego entre líneas de Adrián y la tenacidad por las bandas dio sus frutos–, pero casi sin tener opciones. Falta demasiada calidad en el último pase y además el rival supo resguardarse con un paso atrás para sumar más efectivos en su área. La única oportunidad clara, al filo de la media hora, llegó en un centro de Chory con la derecha que peinó Adrián y encontró como rematador a Keko, pero Bono anduvo ágil.

Al regreso de los vestuarios el Málaga pasó a ser el visitante. Estuvo a merced del Girona desde el primer instante y, lo que es peor, nunca encontró la fórmula para mostrar juego o, por lo menos, colocación en el campo. Jose no tardó en pedir a los jugadores que juntaran las líneas y que tuvieran la cabeza fría. Pero sencillamente el equipo se había desconectado y acusó la fragilidad mental ya habitual y la falta de liderazgo en el campo.

Machín, el entrenador visitante, interpretó muy bien la primera parte, abrió al máximo a sus tres centrales (incluso con Ramalho y Muniesa incorporándose al campo contrario) y exprimió al máximo las apariciones de los medios centro, Pere Pons y Granell, que se adueñaron del partido. El Málaga no paró de correr detrás de la pelota y así comenzó el desgaste de Keko y Chory. Jose tuvo que prescindir muy pronto de Borja Bastón, también influido por la aclamación popular. El aficionado ya no le perdona al ariete sus malos controles, su testimonial aparición en el juego y sus escasos desmarques.

La entrada de En-Nesyri deparó pocos frutos. Sin espacios ni las enormes facilidades que le dio el otro día Mendilibar, el entrenador del Eibar, apenas entra en juego. Del Málaga de la primera parte desgraciasamente no quedaba nada. Al menos, supo replegarse y mantuvo su puerta a buen recaudo, beneficiado también por la falta de ambición de Machín, que sólo introdujo sus variantes en la recta final, y ya con el punto aparentemente más que asegurado.

Error de bulto

El público aguardó con impaciencia la entrada de Samu, pero sorprendentemente Jose sustituyó a Keko en un error de bulto cuando Chory Castro ya tenía una amarilla y, sobre todo, cuando la decisión de llamar al malagueño se produjo a raíz de que el uruguayo no llegara en una jugada por su evidente cansancio. Cinco minutos después de ese relevo el ‘charrúa’ vio la segunda amonestación. Si quedaba alguna opción, desapareció de un plumazo.

Salvo un centro de Rosales que En-Nesyri mandó de cabeza, otra vez, a las nubes, el Málaga no intimidó. En una cita clave sólo tuvo una ocasión clara en todo el partido y Jose hasta se ahorró el tercer cambio. El punto no vale absolutamente para nada.

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