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Viernes, 20 de octubre 2017, 00:24
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José Luis García del Pozo ‘Recio’ (Málaga, 1991) lleva ya muchos días dándole vueltas a la grave crisis deportiva del equipo. Y entre vuelta y vuelta, más vueltas a lo mismo. El capitán atiende la propuesta de hablar con este periódico en un momento tan delicado para ofrecer su análisis sincero de lo que le sucede a un equipo que se ha olvidado de ganar. No escurre el bulto en las preguntas, asume sus errores y apela a la unidad del vestuario y a saber soportar la presión del momento. «Tenemos que ser un equipo que sepa sufrir», es su mensaje, y cree firmemente en Míchel y en la permanencia del equipo.
–Los medios hemos coincidido en subrayar los errores sucedidos en la planificación del equipo, pero en esta plantilla también hay muchos jugadores que siguen de la temporada anterior y que también fueron los que ganaron seis partidos de siete en el tramo final de la última Liga. Ahora no parecen los mismos. ¿Qué está pasando?
–Cuando un equipo está en la situación en la que estamos nosotros es porque se están haciendo las cosas muy mal. Creo que el fútbol es muy caprichoso. Lo bonito para unos y malo para otros es cuando se dan situaciones así de rachas. Un conjunto que parece muerto o haber tocado fondo, como ahora nosotros, puedes verlo dentro de mes y medio y ser otro equipo totalmente distinto. Y entonces te preguntas cómo han cambiado tanto las cosas. El año pasado era algo parecido. Ganamos un partido de doce o trece y, luego, seis de siete. A esto nos agarramos nosotros ahora. Primero, con unión dentro del vestuario. Es normal que ahora el ambiente sea negativo, que no seamos optimistas. Yo también he sido aficionado hace algunos años y también entiendo la opinión de la gente del periodismo. Somos los de dentro los que tenemos que tener esa mentalidad positiva y desde ahí cambiar a la gente.
–Usted mencionó, tras la derrota ante el Sevilla, que desde que acabó la temporada pasada todo ha sido como una especie de circo por parte de unos y otros. ¿Puede aclarar más a qué se refería?
–La gente que sigue al Málaga sabrá a lo que me refería. No hace casi ni falta concretar días ni nombres. Lo que dije es lo que pensaba y sigo pensando, pero ya ha pasado.
Su reciente expulsión
Alto promedio de tarjetas
En defensa de Míchel
Un precedente peor
Un aspecto a favor
La sorpresa en el Camp Nou
Sobre Al-Thani
La afición, con el equipo
–Cuando se pierde ante el Leganés el domingo y los jugadores entran en el vestuario, ¿qué se comenta?
–Es momento de hablar poco. Yo me fui a una sala aparte, porque la verdad es que estaba bastante tocado, y cuando me fui a duchar ya no quedaba nadie en el vestuario. Veía que era el día en el que el equipo iba a dar el paso y lograr los tres puntos, porque lo habíamos hablado, era una pequeña final en la jornada 8. Más que lo que me pasó a mí al final del partido, era la frustración. Estaba hundido.
–¿Tiene la impresión de que la pretemporada, que muchas veces no se corresponde en resultados con el inicio de la competición, ha tenido esta vez peso en la desconfianza que reina en el equipo?
–No sé. Lo que no es normal es que se haya ganado un partido de no sé ya cuantos...
–Y que se ganó además en la última jugada (al Villarreal en Cádiz)...
–Creo que no es normal. Este es mi octavo año y no había vivido una situación así, pero sí que he tenido pretemporadas en las que se ha ganado todo tipo de torneos y luego no se comienza bien, como en uno de los años de Gracia o el verano con Juande. El fútbol está lleno de situaciones así. No sé si la pretemporada nos pesó tanto como para no haber ganado en ocho jornadas de Liga o son otros motivos, como la responsabilidad nuestra. La pretemporada no puede ser justificación.
–¿Y puede ser justificación esa serie de goles en fuera de juego tan ajustados que en ocasiones ni trazando una línea sobre el vídeo de las jugadas termina de estar muy claro? Siendo honestos, ¿es excusa para ser colistas?
–No puede ser una excusa, pero en una dinámica negativa como la que estamos nosotros todo viene en contra. Lo sabemos. El año pasado cuando estábamos en la racha positiva nos pitaron penaltis dudosos en casa. Ahora cualquier error no nos favorece. Hubo decisiones no correctas, como el gol del Eibar, el de Gerona, el primero ante el Leganés. No es fácil empezar perdiendo, es como si nos echaran veinte kilos de piedras encima. Cuesta reaccionar cuando estás así. Son detalles, y esperemos que en el futuro jueguen a nuestro favor.
–Usted mismo lo acaba de reconocer. El domingo, ante el Leganés, era el día de la reacción, pero no se dio. Desde el minuto 1. Si ustedes querían, ¿por qué no se vio?
–Es difícil jugar en esta situación. Ha venido gente nueva, algunos que no están acostumbrados a estas coyunturas, y como no funcionamos en equipo la faceta individual también se ve perjudicada. Hay momentos en que el rival, con cualquier despiste, nos genera problemas. Estamos en esa situación. El Leganés en la primera parte sólo tuvo el ‘mano a mano’ de Amrabat, y es por un fallo nuestro. Ya eso nos crea dudas, un ambiente negativo, y nos pesa. Pero tenemos que saber convivir con ello. Sabemos que este va a ser un año de sufrimiento. No le vamos a sacar ocho o diez puntos a la permanencia, ni estaremos salvados varias jornadas antes, así que tenemos que saber llevar eso desde ya. Tenemos que ser un equipo que sepa sufrir. El domingo, con 0-0, por querer abrirnos un poco y atacar, que encima ni atacamos bien, el contrario aprovecha las ‘contras’ con Nordin (Amrabat). El Leganés no fue un equipo que viniera aquí a jugar, todo lo contrario. He visto el partido repetido y les costaba dar tres o cuatro pases seguidos. Saben que teníamos la ansiedad por ganar, fueron inteligentes y nos dieron el peso del juego, y nosotros tal vez nos confundimos en eso. El equipo ahora está para otras cosas, para hacer un juego más directo y mantener la portería a cero, que es clave. Esa agresividad en tres cuartos de campo atrás es la que nos va a dar la recuperación.
–Ya lo comentó Husillos: cuando se pierde un partido se está más cerca de perder el siguiente. ¿Qué importancia le da a la mentalidad del equipo, la confianza, en este bache de juego y resultados?
–Afecta mucho. Es difícil quizás explicarles esto a los aficionados, que tienen su visión de las cosas. Es complicado jugar cuando no ganas un partido y ves que no consigues lograrlo. Ahora hay que ser más positivos y es cuando la cabeza tiene que estar más fuerte que nunca. Yo puedo venir a entrenarme y hacer mi trabajo bien, pero lo que se nos exige es que el domingo rindamos. La cabeza en muchos momentos no está donde debe estar. Recuerdo estar volviendo en el coche el domingo para casa y tener la cabeza totalmente perdida. Le das vueltas a muchas cosas. Intentas buscar soluciones. No duermes por la noche... Ya lo que ha pasado, ha pasado, pero donde más se come uno la cabeza es en las soluciones. Uno intenta aislarse del fútbol con la familia, pero en mi caso es complicado al ser uno de aquí. Dentro del vestuario tenemos que ser esa familia que permita a cada uno despejar su cabeza.
–«Soy de una manera fuera del campo, pero luego, cuando entro, el carácter y las ganas me llevan a la precipitación, a ganarme tarjetas de manera tonta. Ojalá este año pueda mejorar eso». Pronunció estas palabras a este diario en la pretemporada en Holanda y ahora lleva seis amarillas en ocho partidos, más 9 en 18 encuentros la pasada campaña y 16 en 32 partidos en la anterior. No termina de superarlo...
–Los datos están ahí. Es un número alto. Muchas veces el carácter, mi forma de ver el fútbol, me ha beneficiado, y en otras me perjudica. El domingo claramente me perjudicó. Me vi impotente. Veo el 0-2 y ya tengo más ganas de estar solamente buscando al contrario y las broncas que en lo que tengo que estar. Es algo que mi padre, mi mujer, mis hermanos y mis amigos no paran de repetirme, pero no consigo solucionarlo. Lo tengo que resolver yo y, desde luego, es para hacérmelo mirar.
–El lunes estuvieron hablando usted y los otros capitanes con el grupo. ¿Se siente un poco deslegitimado para hacerlo después de la expulsión?
–Sí. Lo primero que hice antes de hablar fue pedirles perdón a mis compañeros. Es una acción que no se tenía que haber producido, por más que quedaran diez minutos. Es verdad que fue mi primera roja en siete años con el Málaga. No estaré en el Camp Nou, pero no podía estar porque antes vi la quinta amarilla antes. He sabido controlarme en partidos que estuve con amarilla, pero hay compañeros que ya saben cómo soy. Eso no quita que pueda hablar con el grupo. Respetan mi opinión.
–Uno de los argumentos más esperanzadores que se pueden emitir ahora es que al fin y al cabo están a cinco puntos de salir de la zona de descenso. Visto así no es tanto...
–La verdad es que no me he puesto a hacer cálculos de puntos, prefiero pensar jornada a jornada. Pero uno se pone a mirar datos y vi registros de puntos de campañas anteriores. Me fui a mi primer año en el Málaga, cuando el equipo sufrió. No lo recordaba bien, y me fui a la vigésima séptima y el equipo estaba colista, a cuatro puntos de salir de la zona de descenso. Quedaban once y se lo comenté a Martín (Demichelis) al día siguiente, porque estaba conmigo. A eso nos tenemos que agarrar. Eso sí que era una situación delicada. Lo actual es grave, porque la reacción tiene que llegar ya, pero lo de entonces era crítico, porque quedaba poco. Ahora lo único positivo dentro de todo lo malo es que queda mucho tiempo.
–¿Puede ser Recio ‘pivote’ puro en el 4-1-4-1, el sostén del centro del campo?
–Sí, perfectamente. Todo lo que sea ayudar al equipo ahora... Al final sé que la forma de jugar del año pasado, cuando tenía más llegada al gol, es difícil que podamos mantenerla en este. Es normal, por los jugadores que se han ido y los que han venido. Son distintos.
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