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SALVADOR SALAS

Un Málaga colosal y muy completo

Soberbia actuación y contundente victoria ante el Oviedo pese a jugar una hora con uno menos

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Lunes, 13 de mayo 2019

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MÁLAGA CF

3

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REAL OVIEDO

  • Árbitro Pulido Santana (canario). Expulsó en el minuto 30 a Keidi por una acción muy peligrosa en el centro del campo. Además, amonestó a Jimmy, Carlos Hernández y Joselu

  • Goles 1-0, min. 16: Adrián, de penalti tras una falta de Ibrahima a Ontiveros. 2-0, min. 46 de la primera parte: Ontiveros arranca desde la banda izquierda en diagonal y desde la frontal dispara con la derecha. El balón supera a Champagne y se cuela por la escuadra izquierda. 3-0, min. 80: Cifu pica el balón por encima del portero del Oviedo tras pase al hueco de Blanco

Era lógico el cántico. «Que sí, joder, que vamos a ascender». El Málaga ha resucitado y en el mejor momento. Los 15.894 heroicos aficionados que comparecieron en La Rosaleda se llevaron el premio tan deseado desde hace meses, a la par una soberbia actuación y una contundente victoria. Ni siquiera verse con uno menos a la media hora por otra cantada de Keidi arrugó a un equipo solidario y fresco que, ahora sí, parece que puede hacer realidad el sueño del malaguismo. «Vamos a volver, vamos a volver...».

Como en aquellos viajes a Granada hace medio siglo, el partido pintaba a angustia o a victoria. No había término medio. Era hundirse definitivamente a todos los niveles o resucitar. Por eso el Málaga tuvo miedo, demasiado miedo –además de las consabidas limitaciones– cada vez que debía sacar la pelota desde el fondo. El Oviedo, que en la primera jugada se replegó hasta tal punto que Munir parecía el alemán Neuer (tocando en la mitad de campo malaguista), pronto entendió que a poco que apretara iba a poner en aprietos a la zaga local, huérfana de una bisagra en la medular. Las carencias de Keidi son muy evidentes, así que se repitieron las continuas cesiones al guardameta.

Pero pronto el partido se puso de cara. Ontiveros exprimió al máximo en los amagos y recortes ante Ibrahima en el costado del área y el delantero visitante, poco habituado a estas lides, picó el anzuelo. Arrastró claramente con el pie al marbellí en un claro penalti que no desperdició el especialista Adrián. Apenas se llevaba un cuarto de hora y el Oviedo se descompuso. Dubitativo y con una defensa escalonada, el Málaga no remató la faena por la milagrosa aparición de Johannesson para evitar bajo los palos que Ontiveros culminara una brillante acción hilvanada por Blanco y N'Diaye por la banda derecha.

Todo pareció torcerse a la media hora. De un tiempo a esta parte cuando no es un penalti regalado es un imperdonable descuido en un saque de banda o despistes a balón parado. El Málaga es demasiado caritativo en casa y ayer fue fiel a su norma. Sucedió en otra ingenuidad de Keidi –y van...–, con una acción de yudo sin venir a cuento. Lo preocupante es que encima se fuera entre aplausos cuando a un profesional hay que exigirle un mínimo. Y dejar a tu equipo una hora en inferioridad numérica...

El Oviedo recuperó toda la confianza de la que carecía y Sergio Egea optó por buscar más juego por dentro con la presencia de Saúl. Pero el Málaga no sufrió porque dio el necesario paso atrás, juntó las líneas con la eficacia más o menos habitual toda la temporada y se organizó en torno a la pareja N'Diaye-Adrián. En realidad, vista la primera media hora, Keidi era un lujo en el equipo... Tampoco el equipo asturiano las tenía todas consigo, más si cabe después de que en otra salida por el flanco derecho se desmoronara toda su contención. Es inexplicable el piscinazo de Blanco con todo de cara para rematar a placer.

El partido quedó finiquitado en la última jugada antes del descanso. El prodigioso disparo de Ontiveros, ese que llevaba buscando tantos meses, hundió definitivamente al Oviedo, como quedó patente en la reanudación. Fue un varapalo de similar calado al que el Málaga ha sufrido tantas veces en su trayectoria en casa los últimos cuatro meses.

Porque en realidad en la segunda parte nunca dio la impresión de que el Málaga jugaba con uno menos. Más allá de la pasividad del técnico visitante, la exhibición blanquiazul fue espectacular. Parecía premonitorio que horas antes ese gran malaguista llamado Antonio de la Torre ganara otro premio por su interpretación en 'El reino' porque el ritmo del equipo de Víctor fue tan trepidante como la película. La defensa estuvo colosal (con un Luis Hernández a un grandísimo nivel), los 'pivotes' se coordinaron de maravilla, los extremos se sacrificaron hasta la extenuación y Blanco mantuvo el tipo arriba como un titán. El ariete argentino se marchó sin marcar, probablemente porque N'Diaye y Ontiveros se hartaron de balón en sendas jugadas al comienzo de la segunda parte.

Todo salió de cara: triunfo contundente, reaparición muy esperanzadora de Juan Carlos, minutos para Koné... Cifu redondeó la faena con una definición de lujo (a pase de Blanco) y hasta Iván Alejo pudo marcar. La afición puso en marcha la ola en los últimos minutos. En definitiva, una inyección de confianza y autoestima para el equipo y su sufrida afición. Y, por supuesto, un aviso a sus rivales. El Málaga no va a bajar los brazos. «Vamos a volver, vamos a volver...».

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