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El Málaga da la cara y puede con todo

Al filo de la alineación indebida, sobre todo tras el descanso, supo dosificarse para rematar al Racing en el tramo final con gol de Adrián

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Sábado, 17 de agosto 2019

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Racing

Luca Zidane; Aitor Buñuel, Olaortua, Jordi Figueras, Moi; Kitoko, Mario Ortiz; Cayarga (Noha, 64'), Álvaro Cejudo (Sergio Ruiz, 83'), Enzo Lombardo, y Yoda (Hidalgo, 73')

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Málaga

Munir; Ismael Casas, Lombán (Luis Muñoz, 45'), Luis Hernández (Dani Pacheco, 23'), Diego González; Renato Santos, Keidi Bare, Boulahroud, Juankar; Hugo (Ramón, 86') y Adrián

  • Árbitro Gorostegui Fernández-Ortega (vasco). No tuvo que recurrir al VAR, de estreno. Expulsó por doble amonestación a Mario Ortiz en el minuto 90. Además, mostró la tarjeta amarilla a Boulahroud, Buñuel y Adrián, este último por la celebración del gol en uno de los fondos con los aficionados blanquiazules que se encontraban en El Sardinero

  • Gol 0-1, min. 85: Centro de Renato desde la derecha que remata Adrián en posición de delantero centro al anticiparse a Mario Ortiz y mandar la pelota cerca del palo derecho

El Málaga puede con todo. En un partido marcado de principio a fin por el riesgo de alineación indebida (especialmente tras el descanso, al límite con sólo siete profesionales disponibles) demostró profesionalidad y mucho oficio para llegar más entero a la recta final frente al Racing y echar mano de la capacidad goleadora del de casi siempre, Adrián. El equipo obtuvo una de las victorias más meritorias que se recuerdan y demostró que está a la altura de la afición y, por supuesto, muy por encima de su presidente.

Desde el primer minuto se vio a un Málaga cohibido, demasiado pendiente de arriesgar lo justo para evitar la alineación indebida. Se apreció claramente, por ejemplo, en el menor empuje de Keidi en algunas acciones. Pero, sobre todo, en determinadas jugadas de la primera parte en las que algún futbolista echó el freno de mano en el esprint para no malgastar fuerzas que en el tramo final podían ser cruciales para mantener el tipo.

Aleccionados como estaban todos los jugadores, los problemas físicos de Luis Hernández al poco del comienzo fomentaron la incertidumbre en el equipo. Resulta triste que por la permanente frivolidad de un presidente alejado de la realidad actual del club los futbolistas se dedicaran más a controlar la situación para no perder por incumplir la reglamentación que a centrarse en el rival, en el juego, en el partido. La definitiva baja del central madrileño –que bastante hizo con subirse al carro pese a sus escasos entrenamientos– obligó a echar mano de Dani Pacheco cuando todavía quedaban tres cuartas partes del encuentro. Víctor se había guardado la baza de un profesional en el banquillo, así que sorprendió que inicialmente calentara el zaguero malagueño Luis, que habría sido el cuarto elemento con ficha del filial en el campo. Al menos, seguían ocho profesionales en el campo.

El partido no tuvo brillantez alguna en la primera parte. El Racing es un equipo limitado por el bajo tope salarial del que dispone y que encima no podía contar con efectivos importantes en ataque. Sus acciones fueron más por demérito blanquiazul, como un exceso de confianza de Lombán en un balón al hueco (Yoda esquivó a Munir, pero cruzó el balón más de la cuenta) o alguna fisura en el bloque defensivo. También por el absurdo riesgo del Málaga de sacar la pelota en corto y desde muy atrás, incluso dentro del área. En el plano ofensivo el equipo de Víctor se dejó ver muy poco, tanto con el esquema inicial (con tres centrales) con el cambio al 4-1-4-1 a raíz de la entrada de Dani Pacheco por Luis Hernández. Al cuarto de hora Juan Carlos tuvo la mejor opción en una pésima salida de Zidane por alto, pero le faltó convicción en el golpeo.

De la alerta naranja se pasó a la alerta roja tras el descanso. Lombán se quedó en el vestuario por problemas físicos y, ahora sí, entró el malagueño Luis. De este modo, el Málaga ya estaba al filo del alambre, con sólo siete profesionales y con la obligación de estos de evitar una expulsión que acarrearía la temida alineación indebida. Esta situación hizo que el equipo sencillamente no estuviera en el partido y que encima tuviera que economizar fuerzas para no llegar sin gasolina al tramo final.

El Racing, consciente de que era su momento, pisó el acelerador y creció anímicamente con el disparo al palo de Lombardo en los primeros compases de la reanudación. El Málaga, asustado pero bien ordenado, capeó el temporal y se mantuvo en pie gracias a que no regaló una sola ocasión. Y precisamente ese capacidad para no desgastarse de determinados futbolistas (el oficio manda) permitió pasar a ser muy superior en el último cuarto del partido. Un disparo de Dani Pacheco desviado por Zidane elevó la moral. El pizarreño tuvo después otra y Hugo mandó el balón al palo antes de que Adrián, el delantero centro de guardia, volviera a ser providencial en un remate de cabeza a centro de Renato. El capitán ejerció como tal en un Málaga que puede con todo.

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