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El Málaga no ve puerta en La Rosaleda Ñito Salas

Al Málaga se le atraganta La Rosaleda

Lastrado por su falta de gol, no encuentra el camino del triunfo ante un Deportivo

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Domingo, 24 de febrero 2019, 17:47

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Definitivamente el viento sopla distinto para el Málaga. Al contrario que en el tramo inicial del campeonato, los partidos en La Rosaleda se han convertido en la asignatura pendiente. Tiene mucho que ver su falta de gol arriba (ni Blanco ni Seleznov aportan) e incluso esta vez el rival, un Deportivo rocoso y con transiciones peligrosas, pero también cierta ansiedad que conlleva errores absurdos en el momento culminante y una tendencia a querer resolver por la vía rápida. De momento el equipo blanquiazul no encuentra el camino en casa, un síntoma preocupante cuando llega la hora de la verdad.

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  • Árbitro Gorostegui Fernández-Ortega (vasco). No pitó un penalti muy protestado por mano de David Simón. Mostró la tarjeta amarilla a Bergantiños, Dani Pacheco, Mosquera, Ricca, Diego González (es la quinta de la temporada, por lo que será baja por acumulación de amonestaciones para el partido del próximo sábado en Córdoba), Keidi y N'Diaye.

  • Incidencias Gran ambiente en La Rosaleda, con la mejor entrada de la temporada (126 espectadores más que en el derbi contra el Granada).

La propuesta de los dos entrenadores dejaba claro que buscaban controlar el partido a su manera. El deportivista, Natxo González, suele poblar la medular –en muchas ocasiones con rombo, sin extremos– para manejar la posesión. El malaguista ha encontrado en el dibujo con tres centrocampistas un seguro de vida para mantener la solidez y la puerta a cero. Era evidente que las concesiones iban a ser mínimas, como luego quedó patente en una primera mitad casi sin oportunidades y con demasiadas precauciones.

Curioso o no, el Deportivo le cambió el paso al Málaga de salida, con la elección de campo. No parece más que una simple anécdota, pero antes sólo lo hicieron el Albacete, el Granada y el Cádiz, y el sufrimiento para los locales estuvo garantizado. Sin el calor del Fondo Sur para atacar en la primera parte, el equipo blanquiazul arrancó muy bien, pero con el paso de los minutos se diluyó y cayó en la monotonía, en un constante quiero y no puedo. Su poco eficaz presión lo obligó a retroceder metros y, como consecuencia, a acumular situaciones con un solo hombre por delante del balón, incluso a veces ninguno.

El tono ofensivo lo marcó en el arranque Iván Alejo, poco lúcido en el último pase y al que le faltó intentar más la diagonal para tratar de desordenar a la defensa rival. En realidad a los dos equipos les costó encontrar la necesaria profundidad por las alas. Exceptuando al vallisoletano, los locales apenas irrumpieron por los costados porque Dani Pacheco buscó más, con escaso éxito, las zonas interiores. Tampoco es que los visitantes encontraran pasillos. Borja Valle y Fede Cartabia también trataron de dejar los flancos expeditos para los laterales, que la mayoría de las veces ofrecieron centros previsibles.

Vídeo. UNA MANO PROVIDENCIAL DE MUNIR

Los minutos pasaron sin ocasiones claras –entre otras razones porque los arietes, Blanco y Quique, tuvieron que buscar el balón entre líneas– y casi sin concesiones a la estrategia rival. El Deportivo estrenó el escaso listado de disparos a puerta a la media hora, con uno de Edu Expósito muy cómodo para Munir, y el Málaga tuvo que conformarse con una falta lateral que Dani Pacheco ejecutó directamente a la búsqueda de algún toque o rebote que sorprendiera a Dani Giménez. Paradójicamente, la mejor ocasión local llegó cuando expiraba la primera parte, con un centro de Iván al segundo palo que empalmó Dani Pacheco y golpeó en el brazo de David Simón. Sólo se entiende que el árbitro no viera intencionalidad...

El Málaga salió con el cuchillo entre los dientes tras el descanso, con una presión más arriba que sorprendió al Deportivo. Y en primera instancia a su portero. Dani Giménez se confió ante la presión de Keidi y el balón salió rebotado para Blanco. Era la jugada perfecta para que el argentino acabara con su interminable sequía, pero no anduvo ni rápido ni certero. Era también esa jugada habitual en Segunda, el beneficio de un regalo, que suele decidir un partido en esta categoría tan cerrada.

Muñiz no tardó en prescindir de Blanco, al que desde esa incomprensible pifia se le vio con los brazos bajados. Pero el recurso de Seleznov no hizo más que ahondar en la herida de que el Málaga carece hoy por hoy de un goleador. Con la presencia del ucraniano, el equipo bajó demasiados enteros porque él no es tan válido como el argentino a la hora de bajar la pelota, retenerla y darle salida al bloque. Dani Pacheco e Iván Alejo pasaron a aparecer esporádicamente y el Deportivo se empleó a fondo para no dejar pasillos al primero y cerrarle la banda al segundo.

Tampoco es que el Deportivo fuera decididamente por la victoria. Se limitó a esperar su oportunidad, quizá en una transición explosiva que pillara a contr apié a los defensas locales. Y la encontró en la recta final, en una segunda jugada tras un córner (como hizo el Granada en su día), pero Munir apareció con una intervención prodigiosa más propia de un cancerbero argentino. Muñiz, algo extraño en él, hizo gestos a lo Simeone, y La Rosaleda y el equipo se vinieron arriba. Harper estuvo a punto de desnivelar el duelo con un zurdazo espectacular que encontró una respuesta de similar calado de Dani Giménez. No hubo margen para más, aunque el técnico visitante, por si acaso, reforzó la defensa en los últimos instantes con otro central. El partido murió sin que el Málaga pudiera enderezar el rumbo en casa. Definitivamente La Rosaleda se le atraganta.

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