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Auxi Jiménez, la picardía de un talento callejero

Auxi Jiménez, la picardía de un talento callejero

Verano desde la grada ·

Firmaba autógrafos cuando el fútbol femenino era sólo un boceto del modelo actual y, aunque pasen los años, la laureada delantera rondeña mantiene su alma de jugadora

MARINA RIVAS

Málaga

Lunes, 29 de julio 2019, 23:43

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El blanco y negro todavía reinaba en las fotos cuando ella comenzaba a marcar goles; por cierto, no en fútbol. Desde muy pequeña, pasaba las horas muertas en las calles de su Ronda natal, de la que nunca se ha despegado, porque pese a haber vivido más de una década fuera de la provincia, siempre sentía que aquello era temporal, que sea como fuere regresaría a casa. Auxi Jiménez no es un nombre cualquiera, es el de una pionera del fútbolmalagueño y nacional, una de las artífices del histórico triplete (Liga, Copa de la Reina y Supercopa) del Atlético Málaga femenino de 1998, jugadora del Levante, del Sevilla e internacional con la selección española que quedó tercera en el Europeo de Suecia de 1997. Quince años en la élite de un deporte en el que comenzó, como ella cuenta, «de rebote».

De niña, Auxi no soñaba con ser futbolista, algo que, por otro lado, era impensable en aquellos tiempos. Pero siempre disfrutaba jugándolo en la calle, con los niños de su barrio. Entre ellos, el que más tarde fue su marido. De jugar con ellos adquirió muchas cualidades y, sobre todo, aprendió a no temer a los rivales ni al cuerpo a cuerpo y adquirió destreza, fortaleza y picardía. Entendió que, para sobresalir ante sus contrincantes, hombre o mujeres, lo mejor era ir siempre un paso por delante. «Yo no tenía buen golpeo, ni tenía raza, yo era más inteligente que las demás por así decirlo y creo que todo eso lo aprendí en la calle, jugando con niños y aprendiendo a regatear, a hacer pases de donde no se podían sacar…», dice.

Aquel aprendizaje callejero lo trasladó a sus años en la máxima categoría del fútbol nacional, pero antes, lo llevó al balonmano. Este era deporte que realmente le movía en sus inicios, tanto que llegó a ser campeona de España cadete con el equipo del Colegio Europa de Málaga, donde entre otras, formaba filas a sus 14 años con Noelia Oncina, una de las únicas seis internacionales malagueñas. «A los 14, el Clubai (ya desaparecido) y el Colegio Europa se peleaban por ficharme y al final me fui al Europa, que me pagaba el colegio y me puso un piso para vivir con otra compañera», comienza la rondeña. «Llegué al fútbol de rebote, porque en esa etapa en la que varios clubes se peleaban por ficharme, conocí a Manuel Hernández Navarrete, que me vio jugar al fútbol-sala (también lo practicaba asiduamente) y se interesó por mí para el Atlético Málaga», continúa.

«Cuando se peleaban por ficharme en balonmano, Navarrete se interesó en mí»

Y así fue, aparcadas las zapatillas, comenzó a calzarse los tacos con la camiseta blanquiazul. Motivo de orgullo, sobre todo en su casa. Su padre, extremo zurdo, jugó en el Ronda y ella no le vio como jugador, pero él sí pudo disfrutarla a ella como malaguista. A partir de aquí, sin apenas darse cuenta, su ascenso personal fue rodado. Vistió de blanquiazul hasta la campaña 1998-99, llevando de inicio del '11' a su espalda en honor a la etapa futbolista de su padre y, tras ganarlo todo en casa, recibió una oferta del Levante. Cuando llegó allí, le pareció surrealista que le pagaran por jugar al fútbol, pero ella, con su media de 30 goles por temporada, ya se iba haciendo un nombre. «Unas ciento y pico mil pesetas nos daban, más primas. Fuimos pioneras en aquel Levante, que dio un golpe sobre la mesa para que sus jugadoras empezaran a cobrar», afirma.

Comenzaba a tener sus primeros ingresos por dedicarse a su pasión, pero entonces era muy difícil vivir exclusivamente de ello. «Como futbolista, no tengo ni un año cotizado, de ahí que a los 31 años ya buscara mi retirada; además quería otro estilo de vida», asegura Auxi. Tras el Levante vino su época dorada en el Sevilla, donde llegó a ser capitana. Cada vez con un mayor recorrido, empezó a descubrir la popularidad; firmaba autógrafos, veía gente vestir camisetas con su nombre y se hacía fotos con seguidores. Se convirtió en una estrella, pero la escasa profesionalización del fútbol femenino le imposibilitaba seguir dedicándose a ello y a la vez construir un futuro estable: «Entonces te podía la ilusión, pero con el tiempo te das cuenta de que te engañaban».

«Como futbolista no tengo ni un año cotizado, y a los 31 ya busqué mi retirada»

Su retirada llegó a los 33, tras dejar el Sevilla y volver al Málaga. Motivada por crear una familia, aquel mismo año tuvo a Paula, su hija mayor (11 años) y después llegó Hugo (8 años). A raíz de esto y por decisión propia, aunque a los 39 compitió un año más en el Algaidas, por pura gula, dejó el fútbol a un segundo plano. Siguió formándose (tenía un ciclo superior en Educación Infantil) y comenzó a trabajar en el área de deportes del Ayuntamiento de Ronda. Por las mañanas da clases de mantenimiento físico a adultos y por las tardes imparte clases de fútbol en la escuela municipal, que el año pasado, además creó un equipo femenino.

Sabe que de ella se espera que algún día transmita sus conocimientos futbolísticos a las futuras generaciones femeninas, pero Auxi se sincera: «Quizá el día de mañana, pero ahora mismo no lo siento así. Todavía tengo alma de jugadora, pero no de entrenadora. Todavía no me he hecho a la idea de que la etapa del fútbol como jugadora se ha acabado». Por eso, aprovecha siempre que puede para jugar al fúbtol-sala y fútbol-7 con un grupo de amigos de Ronda, en el que sigue siendo la única mujer. Una deportista que hizo historia manteniendo siempre viva la pasión por sus raíces, demostrando que con actitud, trabajo y un poco de astucia, una niña forjada en la calle también puede hacerse un hueco entre los más grandes.

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