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ILUSIÓN CONTROLADA

ANTONIO GÓNGORA

Miércoles, 4 de abril 2018, 08:01

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La afición del Málaga necesita ilusionarse, sentir la posibilidad de una recuperación y abrir alguna puerta para la esperanza. Aunque sea consciente de que las opciones de salvación se consideran remotas, precisa de alegrías, de demostraciones de dignidad y orgullo que honren su camiseta cada semana. De ahí que el público disfrutara el domingo con la victoria, aunque lo hiciera de una forma controlada, sin llegar más allá de la felicidad por su sumar tres puntos juntos después de casi cuatro meses sin hacerlo. Pero los seguidores también tienen derecho a pensar en el hilo de esperanza que seguirá existiendo hasta que el descenso sea matemático.

Los aficionados blanquiazules han realizado durante toda la temporada una exhibición permanente de apoyo, colaboración y amor a los colores. Cuando la situación se consideraba más complicada al comienzo, cuando se observaban ya las carencias en toda su profundidad y el equipo se situaba en la zona más baja de la tabla, los seguidores se volcaron con el Málaga de una forma espectacular, casi sin precedentes en el estadio de Martiricos. Recibimientos y gritos de ánimo desde el primer instante. Pero no sirvió para mucho, porque el conjunto blanquiazul fue incapaz de reaccionar, de ofrecer una nueva cara para mejorar.

Con el paso de los partidos, pese a no rebajar su nivel de apoyo, la ilusión de los aficionados era cada vez más controlada, lo que le ha permitido disfrutar de los escasos momentos de alegría que le ha dado el equipo. Ahora, al margen de las posibilidades remotas, tendrá que afrontar el momento más duro cuando se confirme en su caso la decepción más importante de la última década, quitando, sin duda, 'la noche de Dortmund'. Y lo más probable será, además, que la gran masa de socios siga adelante en las circunstancias más adversas, en los momentos desagradables, buscando siempre recuperar el prestigio perdido lo antes posible, en un año si ello es posible. Lo que está más claro, lo seguro es que la afición no tiene ninguna culpa del desastre, sino todo lo contrario.

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