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Málaga
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Viernes, 22 de diciembre 2017, 00:39
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En tres días el Málaga ha enterrado su prometedora reacción. El fin de 2017 llega con los peores augurios. Dos malos encuentros han borrado los brotes verdes de un equipo vulgar, que ahora lo parece más. Falto de identidad, incluso del orgullo necesario para aspirar a metas más altas, los de Míchel se fueron de Mendizorroza sin meter miedo a un equipo que no hace mucho era el colista de la competición.
Más que un Alavés, 1; Málaga, 0, fue un Munir, 5; Málaga, 0. La victoria del cuadro vitoriano fue con toda las de la ley. Con la justicia que otorga (no siempre válida en el fútbol) la media decena de ocasiones acumuladas por el delantero de origen marroquí. El ex del Barcelona monopolizó todas las oportunidades claras de peligro, y a la quinta llegó la vencida.
Antes el menudo delantero desperdició dos ‘mano a mano’ ante Roberto en los primeros minutos del encuentro. En uno, el meta sacó con una pierna el tiro cruzado, y en la otra, sorprendió a la espalda de un poco acertado Ignasi Miquel, que debutó anoche en la categoría. Munir tendría pesadillas anoche de no haber marcado después de lo que perdonó al comienzo de la segunda mitad: Alfonso Pedraza chutó desde fuera del área, dejó el balón muerto Roberto y, a apenas tres metros del marco y a placer, la mandó al larguero. Después se le fue ligeramente desviada una sutil vaselina sobre la salida de portero. Y quizás en el remate técnicamente más difícil de ejecutar, de primeras, aprovechó un envío en parábola de Rubén Duarte y un nuevo despiste de Ignasi Miquel.
Antes, durante y después el Málaga no inquietó a Pacheco. Lo más peligroso de su limitado repertorio ofensivo fue un golpe franco directo de Recio o un tiro alto de Mula. Un partido más ha quedado patente que Rolan está muy lejos de su mejor versión, que Peñaranda es puro fuego de artificios y que en las bandas sólo destacó la aportación de Luis Hernández como lateral, con dos buenos centros al área.
El equipo sigue empeñado en eternas conducciones, apenas supera líneas del rival, y ni siquiera superó al rival en intensidad. De igual forma que el Málaga era consciente de lo que le iba en juego, el Alavés, que ha ganado tres de sus últimos cuatro partidos –justo los que lleva Abelardo al frente del equipo, en una muestra de que los cambios de entrenador pueden ejercer de revulsivo–, también conocía que la victoria permitía hundir más a un rival directo.
A la espera del Espanyol-Atlético de esta noche y del Deportivo-Celta de mañana el Málaga, que contaba ya con una desventaja de cuatro puntos respecto a la zona de salvación, podría ver cómo se amplía a cinco, seis o hasta siete, lo que supondría ya un lastre muy a tener en cuenta a dos jornadas del ecuador liguero.
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